lunes, 19 de diciembre de 2011

3 y 4 de junio

3 de junio



Los comerciantes de sol empiezan a estar indignados con los indignados. Qué fácil les resulta a algunos, indignarse con la indignación.

Leo en alguna parte: "Los citados empresarios afirman estar “indignados por la situación de insalubridad de la zona”. Afirmación que compartimos plenamente. Estamos indignados por la situación de insalubridad en la que sobreviven miles de personas en esta ciudad; indignados por la existencia de decenas de poblados chabolistas en el Madrid del siglo XXI, en los que los niños conviven con las ratas; situación ante la cual los citados empresarios no han mostrado nunca el más mínimo reparo. Los empresarios no muestran indignación alguna por el hecho de que miles de personas vivan sin techo en nuestra ciudad (y cerca de tres millones en Europa según informe de Cáritas), lo que parece molestarles es que unas centenares de personas tomen conciencia de esta situación y se reúnan en el centro de la ciudad para buscar soluciones a tantas injusticias. Por otro lado, los servicios municipales de limpieza acreditan diariamente que la acampada goza de estupendo estado de salud."



Mientras, en la comunidad de Madrid se suprimen y se rebajan las becas, pero eso no parece indignar a nadie. No, al menos, a los empresarios.



Sale a la luz un diccionario de la Real Academia de Historia, en el que el franquismo se presenta bajo una óptica más que permisiva, incluso entrañable. “El franquismo era autoritario, no totalitario”. Vamos, que el abuelo Paco tenía un mal pronto, pero nada más; luego se le pasaba y nos inauguraba un pantano. Qué majo.

Mientras se suprimen becas, subvencionamos infamias.



En Grecia los indignados van a por todas. Tras retener entre 50.000 manifestantes a sus políticos varias horas rodeando el Parlamento mientras aprobaban otro paquete de medidas contra los ciudadanos, ahora encierran a 60 europarlamentarios que tienen que ser evacuados por mar. Decenas de trabajadores han irrumpido en el Ministerio de Finanzas griego, en la plaza central de Atenas, en contra de los planes del Gobierno de cerrar y privatizar empresas estatales.


(Estoy empezando a echar de menos acciones como esta aquí... ¿No estamos siendo demasiado educados...? Pregunto.) P. me contesta: “Educados no, victorianos diría yo - no confundir con ganadores, ni con fans de Víctor y Ana -. Es como si te roban la cartera y debates el modo de pedírsela al mangui sin que se ofenda... ¡Viva Grecia manque pierda!...” M. añade: “!Sí, más acción!”. Y J.: “Sí, pero España no es Grecia. A mí ningún diputado, ni eurodiputado me puso una pistola en la cabeza para hipotecarme a 40 años, así que no creo que saque nada linchándoles.”

(No puedo evitar pensar en ese refrán recurrente: cuando las barbas de tu vecino...)




Noche en blanco. Demasiadas ventanas abiertas en mi cabeza. Paciencia para ir cerrándolas una por una. Cada vez más, mi mente se parece a una pantalla del ordenador. Quizá eso sea sintomático. Parte del problema.







4 de junio



Comienzo a escuchar que se prepara una gran marcha para el 19J. Entre otras cosas, se protesta por la privatización del Canal de Isabel II, ya en ciernes. Alguna vez creo haber dicho o escuchado comentarios conscientemente exagerados del tipo: “!Hasta el aire nos van a privatizar!”. Bueno, vamos de camino. Ya empiezan con el agua.



"Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos", decía Borges, al parecer, y me lo repite Gsús Bonilla. Lo aplaudo. Me hace pensar. Quiero vigilarme de cerca.

lunes, 12 de diciembre de 2011

1 y 2 de junio

1 de junio



Espero con ganas cada artículo de Viçenc Navarro. Me pregunto cómo he podido vivir hasta ahora siendo una analfabeta en temas de economía. No puedo decir que me guste algo tan... artificial, tan perverso. Lo que me gusta -lo que encuentro necesario y hasta satisfactorio, partiendo de donde parto- es COMPRENDER. Pero supongo que lo que me ha pasado a mí le ha pasado a otros muchos: nos hemos creído que era algo difícil, complicado, inaccesible, sólo para iniciados.



Hoy se ha presentado, en la sede de las Asociaciones de Vecinos de Madrid, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Cuando me entran dudas sobre los logros del 15M -que sucedió hace !quince días!- pienso que al menos hay algo claro: los problemas se están haciendo visibles. Estamos franqueando una barrera de silencio, de invisibilidad; esa barrera que hace que nunca en los medios se hable de los problemas que afectan directamente a nuestra vida cotidiana.



Leo a los poetas nórdicos, que, increíblemente, siempre parecen hablar de algo cercano, actual. En concreto, hoy, un poema de Marianne Larsen:



    Se siente como un áspero muro de piedra artificial contra la espalda sin embargo se nota el roce suave de las puntas de las hojas de una planta en la nuca un pájaro debe de haber volado a través del muro que me separa de los otros en la prisión del mundo bien adentro de la oscuridad del muro impenetrable en ocasiones tal vez al pájaro se le haya perdido una semilla ha debido de echar raíces finalmente el diente de león se ha hecho tan grande que puede reventarlo todo.



En un fanzine surgido en la acampada de Palma aparece, entre otros, mi poema Capitalismo. Mientras lo escribía, tomando mi café de las ocho menos cuarto de la mañana, en un bar frente al Bernabeu, deprimida, sola, indignada pero sola, nunca pude imaginarme que formara parte de esto. No sé si lo grande cambiará, pero tantas cosas pequeñas cambian... Sigue mi fe en las sumas.







2 de junio



Por todas partes, firmas, manifiestos. Hay tantas ganas de expresarse que cada día parece inventarse una nueva manera. Ayer la plataforma de afectados por la hipoteca, hoy firmas contra los privilegios y prebendas de la clase política, la plataforma de reflexión y acción de los periodistas...



Acudo a la feria del libro, donde tenía programadas varias lecturas y días de firma. En mi camino al Retiro, intento pasar por Sol. Me siento en parte ajena, en parte familiar con lo extraordinario. Es más difícil encontrar amigos, conocidos. Cada vez que paso por allí es un hola y un adiós.



Me he apuntado a llevar la lista de correo de la asamblea de mi barrio. Tengo la impresión de que estoy regresando a mi terreno. Vuelvo a estar más tiempo en casa, pero sigo participando. Me siento, eso sí, algo mayor cuando me reúno con las otras tres personas que van a gestionar conmigo el correo. Les llevo unos cuantos años... pero sobre todo me siento mayor porque cuando nos reunimos no dejo de aprender.



Rubén Caravaca escribe un artículo: “Es necesario un 15M cultural ya”. Sonrío con complicidad... si el 15M fuera un tsunami que pudiera arrasarlo todo... incluida esa cultura oficial de la que estoy tan aburrida...

martes, 6 de diciembre de 2011

31 de mayo

31 de mayo



A menudo me viene la idea que Batania me comentó por mail: “No pensar en lo que ellos pueden hacer por nosotros, sino lo que nosotros podemos hacer sin ellos.” Creo que es una idea fundamental, esperanzadora, liberadora, creadora. Creo que los años que vienen serán de una solidaridad absoluta y radical, o no serán. Redes de creación, de apoyo, de comunicación, de reflexión, de acción. Redes. Me parece la idea clave.



P., hablando de los políticos, dice que “son meros figurantes y les estamos dando una categoría de imprescindibles. A. apunta que “no se trata de pedir ((entre otras cosas porque hace ya tiempo que no tienen nada que dar, y en los próximos años no se van a dedicar a dar, sino a quitarnos). Se trata de hacer nosotros mismos la realidad que deseamos, tal como la deseamos.” Añade que lo más importante es que ha caído el muro de la complicidad y el silencio, y que los pasados han sido años muy duros, de soledad y exclusión.



Hago una propuesta antisistema pero humilde, para considerar en las asambleas de barrio: creación de grupos de reciclaje, en los que la gente regala las cosas que ya no quiere: ropa de bebé, juguetes, muebles, electrodomésticos, etc. Es algo fácil de organizar, útil, crea lazos entre los vecinos y hace pupita al sistema, que favorece el consumo a lo loco. Yo estoy apuntada a uno, el problema es que es para todo Madrid y creo que funcionaría mejor a nivel barrios.



Leo en el periódico que Solbes, exministro de Economía y ¨Hacienda, será asesor de la filial española de Barclays. Suma así su segundo cargo en una empresa privada. A esto es a lo que me refiero cuando digo que los políticos no son sólo cómplices o marionetas, sino que están en el epicentro del problema. J. D. comenta la noticia en fb con una reflexión que también es un poema: “En sus puertas giratorias es donde los ciudadanos nos pillamos las manos”.



Me escribe un profesor de la universidad de Salónica. Ha traducido con sus alumnos un cuento mío al griego. Dice que la idea es que aparezca en una revista de tirada nacional, pero que la edición peligra por la crisis.



He vuelto a leer sobre literatura, pero dentro de un orden. Rescato una frase de Belén Gopegui, basada en una idea de Maurice Blanchot: “Lo que rechazamos no carece de valor ni de importancia. Es precisamente por esto por lo que el rechazo es necesario. Hay una razón que ya no aceptaremos, hay una apariencia de cordura que nos produce horror, hay una oferta de acuerdo y de conciliación que ya no escucharemos. Una ruptura se ha producido".

Y sigue: "Las personas que rechazan y que están ligadas por la fuerza del rechazo saben que aún no están juntas. El tiempo de la afirmación común les ha sido precisamente arrebatado. Lo que les queda es el irreductible rechazo, la amistad de ese No cierto, inquebrantable, riguroso, que les mantiene unidas y solidarias.”



Lo que el NO ha unido, que se continúe en la suma de un SÍ y otro SÍ, y otro más... Tanto el rechazo como la afirmación son nuestros y necesarios.

lunes, 28 de noviembre de 2011

29 y 30 de mayo

29 de mayo



Expreso en fb mi idea sobre que sólo Sol debe decidir si Sol continúa. Esperaba más polémica, pero en general todo el mundo -en especial aquellos divididos y limitados como yo por trabajo+hijos+casa+obligaciones varias- está de acuerdo. Me gusta especialmente lo que dicen L.: “Las limitaciones de distancia, familia, trabajo hacen que no pueda estar físicamente el tiempo que deseo, por lo que no puedo tampoco dar ningún consejo a quienes están poniendo el cuerpo a la intemperie desde el primer día...” I. añade: “Lo importante es tener esto en la cabeza y en el corazón, se puede aportar desde muchos ámbitos, todo es implicación, trabajo y participación se haga como se haga. Lo interesante es continuar lo que ha comenzado, no perder este tren, aprovechar cualquier cauce y sumar.”

Me gusta, claro, esa perspectiva de que todo suma. Aunque mi naturaleza autocrítica a veces sospeche de esa idea y piense que es, más que un consuelo, algo todavía peor: una excusa. Una excusa para luchar desde la comodidad, cosa que intuyo imposible.



Por lo demás: feria del libro. Hoy me toca firmar, aunque las conversaciones siguen girando sobre lo mismo. Menos mal que estoy entre gente tan obsesionada como yo. Mi amiga I. me habla de la asamblea de Leganés. Más de 1.000 personas !y antes de terminar la asamblea, ya se habían creado los grupos de trabajo! Me quedo pasmada. Su puesto de trabajo -es periodista en un periódico local- peligra; pero la veo animada. Dice que todo lo que está pasando va cobrando un sentido para ella, que su historia personal nunca ha ido tan al paso como lo que pasa fuera.



Vuelve el cansancio. Paso la tarde leyendo y viendo deporte. Pensamiento final del día: sueño con un mundo en el que ver deporte no suponga contradicciones éticas.



30 de mayo



De alguna manera, me doy cuenta de que he empezado a despedirme de Sol. No sólo es el cansancio físico; más bien es ese sentimiento que se tiene cuando sabes que alguien que quieres se va al día siguiente, y una comienza a preparar la separación en su interior, vuelve a pensar en sus cosas, a retomar sus rutinas, para que la ausencia real, física, no la pille desprevenida y pueda así racionar el dolor. Intuyo que a Sol le queda poco, sé que tiene que ser así. Pero me resisto a verlo como un espejismo. No quiero que esto se convierta algún día en batallitas nostálgicas, autocomplacientes. Me doy cuenta de que a menudo tengo miedo, miedo al enfriamiento, a la disolución, a la frivolización.



Aún me gusta ir allí, pero en cierto modo es ir a ver cómo trabajan otros, y me hace sentir culpable. Sigo con los mismos problemas de horarios -la comisión de cultura, por ejemplo, que me interesa, se reúne a las 9 de la noche. A esa hora yo estoy pensando en cenas, duchas, preparando la jornada del día después, contando las horas de sueño hasta las seis de la mañana. Siento que la asamblea del barrio, por horarios, por número de personas, se me hace más manejable, más a la medida de mis posibilidades. Y no paro de pensar de qué manera me gustaría formar parte. Qué esperar de ella. Cómo podremos organizarnos entre miembros de la asamblea y entre distintas asambleas. Cómo será Sol sin Sol.

lunes, 14 de noviembre de 2011

28 de mayo

28 de mayo



Resaca. Física, espiritual, emocional.



Primera asamblea de barrio. Manuel y yo bajamos por el Paseo de Extremadura temiendo que seamos cuatro. Tengo que reconocer que voy nerviosa, excitada, muerta de miedo. Pero somos más de trescientas personas mirándose incrédulas. El lugar elegido -a la salida del metro de Puerta del Ángel- se ha quedado pequeño. Hay gente de todas las edades. Gente con la que llevo conviviendo en este barrio casi dos años y a la que no había visto en mi vida. Estamos un poco perdidos en cuanto a la organización; la voz cantante la llevan, cómo no, unos cuantos chavales con pinta de haber aprendido en Sol. Les miro intentando sacar aquello adelante, entre aliviada y agradecida por su paciencia. Asisto por primera vez a los prolegómenos de una asamblea: quién va a moderar, quiénes apuntan el turno de palabra, quién toma acta... Siempre que he asistido a una estaba ya empezada. Alguien ha traído un equipo de sonido, con altavoces y micrófono. Llega un chico con una nevera portátil llena de botellas de agua. Todo el tiempo se insiste en que dejemos un pasillo para la gente que sale del metro; ese es el único problema que podría surgir frente a la policía. Cada vez que tomo parte en algo relacionado con el 15M no dejo de sorprenderme: siempre hay alguien que parece haber previsto todos los problemas que podrían presentarse.

A mitad de la asamblea se acerca una vecina que acaba de salir de uno de los portales de la plaza. “Los de las manitas -dice, haciendo alusión al signo de aplaudir en silencio- que sepáis que estáis arruinando España”. Manuel y yo nos calentamos. A España ya la han arruinado otros, señora, le gritamos. Pero alguien a nuestro lado demuestra más sabiduría. Le dice a la mujer que hay un turno de palabra y que estaremos encantados de escuchar lo que tiene que decir. Ella se acerca y pide el micrófono. Le contestan que hay gente apuntada para hablar por delante de ella, que espere su turno y podrá decir lo que quiera. Pero ella no está dispuesta a esperar, se da media vuelta y sigue con su retahíla. Qué gran retrato, pienso. No va a esperar a hablar porque sabe que tendrá que oír cosas que no le gustan. Sin necesidad de aspavientos por nuestra parte, acaba de retratarse. No voy a dejar de aprender nunca.

La asamblea se pierde en disquisiciones sobre dónde es mejor reunirse y a qué hora, y si vamos a permitir que se graben o no -se habla de los derechos de los menores, y también de que hay personas que no quieren ser identificadas. Me sorprende. Hablo al comienzo y pido una condena expresa de nuestra asamblea al consejero de interior que mandó apalear a los acampados de Barcelona. Consenso. Se habla durante bastante tiempo si es necesario o no desmantelar Sol. Este debate me indigna especialmente. Pido turno de palabra: sí, todos somos Sol, como no paro de escuchar. Pero... tengo trabajo, una hija, horarios, insomnio, ciática... yo no estoy durmiendo en Sol y paso por allí a ratos sueltos, cuando puedo y quiero. Yo no me siento con autoridad moral ni de ningún tipo para exigirle a alguien que se quede, a pesar de su agotamiento, o que se vaya, si va a sentir que irse ahora es una rendición. Estoy agradecida a Sol, y apoyo la decisión que tome la gente que está en Sol. Lo que hay que hacer ya se está haciendo, creo. Que el espíritu y la energía de Sol, su ideario y su organización, su entusiasmo y sus enseñanzas, se irradien fuera, y que si la acampada se desmantela, ya sea a la fuerza o voluntariamente, no nos pille desorganizados.

Todo me parece particularmente lento; no creo que se trate solamente de mi habitual impaciencia, sino que además a todo el mundo parece hacerle ilusión hablar para sus vecinos y los temas y las opiniones se repiten una y otra vez, se marcha hacia adelante para luego volver hacia atrás. Tengo que repetirme una y otra vez que a) todos estamos aprendiendo y b) la gente está tan poco acostumbrada a expresarse, a que la escuchen, a que su opinión cuente tanto como la de los demás, que es más que comprensible que quieran hacerlo, aunque repitan opiniones ya expresadas o añadan poco al tema que se esté tratando. Una vez más, veo que todo lo que está pasando tiene una lectura común, para todos, y otra lectura que cada persona debe aplicarse a sí misma: en mi caso, yo tengo que aprender paciencia.

Manuel y yo nos vamos antes de que la asamblea termine. El calor es casi insoportable y hemos quedado con mi hija y una amiga para llevarlas a comer por ahí. Como siempre que tengo que marcharme antes de que las cosas terminen, me voy con cierta desazón, como si todo lo importante estuviera por suceder. En este caso esperaba que la asamblea fuera más efectiva y rápida, que antes de la próxima se hubieran organizado ya las comisiones- tal y como se funciona en Sol; me voy repitiéndome que suceda lo que suceda reunir a casi 400 vecinos que son capaces de hablar y escucharse y verse las caras es un éxito.



Hablo mucho con mi sobrino L. Trabaja para una empresa muy grande y sólida, de las de grandes beneficios, y ha estado en Sol desde el primer día. Sale de trabajar, coge su moto y se va para Sol. Me sorprende; nunca hemos hablado mucho de política, y aunque sé que es una persona inquieta y concienciada no me lo imaginaba también actuando con tanta entrega. Me dice que no se pueden perder de vista los objetivos principales, que la parte central del movimiento tiene que estar enfocada hacia la economía. Él trabaja de informático pero habla de economía y de fiscalidad como un experto. No ha dejado de llevar documentación -artículos, documentales- a la comisión correspondiente de Sol. Al parecer, sonríen cuando le ven acercarse con sus fajos de papeles para repartir. Él comienza a desesperarse. No entiende lo que llama la burocratización del movimiento, tanto comité y grupo de trabajo; y sobre todo, le cabrean las comisiones que él ve innecesarias, amor y espiritualidad, por ejemplo, se pone enfermo cuando pasa junto a la carpa con el cartel donde dice Reiki. Dice que el otro día asistió a una ceremonia de servir el té, y no sé si habla en serio o en broma. Veo en él la misma impaciencia familiar, y dudo de si sus objeciones son más ideológicas o de carácter. Le digo -y me digo a mí misma- que no sea tan exigente; que si en el movimiento sigue habiendo propuestas legítimas y justas, que ponga su atención y su interés en ellas, y que deje a los demás. Siempre habrá a quien le parezca más importante prohibir los toros que parar los desahucios, y está bien que los frentes se amplíen y las causas justas se multipliquen. Cada uno se encuentra especialmente sensibilizado hacia una causa, por motivos ideológicos y por motivos particulares, a veces inconscientes, que también hay que respetar. Que él se enfoque en lo que le interesa. Por un lado creo en lo que le digo; por otro, sencillamente, me resisto a criticar lo que pase en Sol. Quiero decir que estoy tan agradecida, tan gratamente sorprendida, que no voy a juzgar a los que piensan que el amor y la espiritualidad y el reiki también son necesarios. Yo creo que la poesía es necesaria, y probablemente a muchos les parecerá una gilipollez, una causa menor. Pues claro. En el momento en que apalean a alguien, la poesía no sirve de mucho. Pero quizás después... Mi sobrino piensa que esto es lo que le ha pasado siempre a la izquierda, que se desvirtúa y se deriva y se difuminan sus objetivos, y que tiene miedo de que se pierda la fuerza que ahora se ha conseguido. Comparto su miedo. Yo también me abrumo con tanta comisión y subcomisión y grupo de trabajo, con tanta acta, tanta información que no da tiempo material a abarcar. Pero también pienso si él, o yo, con la exigencia, la impaciencia, la pureza, las ganas de controlarlo todo, no seremos también herederos de los errores de otros. Quizá hay que aprender a pensar de otra manera, a ser más abiertos, menos intransigentes, más respetuosos con los ritmos e intereses ajenos. Sé que no le convenzo; quizá sea por la edad. Pero yo no soy mucho mayor que él; y con quienes está enfadado es con esos jóvenes que parecen querer hacer las cosas de una manera nueva, diferente.



Aún me quedan fuerzas para tener fe en lo que hacen otros. Es una novedad en mí: relajarme en la confianza.

lunes, 7 de noviembre de 2011

27 de mayo



27 de mayo



Empiezo la mañana pensando en las famosas propuestas. ¿Tengo derecho a despreciarlas por modestas, por escasas, por realistas? Yo, que lo quiero todo, pero apenas he hecho nada, ¿tengo derecho a juzgar/vetar/criticar a quienes por fin se han movido, sólo porque piden poco? Concluyo que hay que pedir, exigir, pelear, que nada es poco, si por algo se empieza. La lucha será larga y cada vez tendrá más frentes. Lo queramos o no.




En el metro voy leyendo otro artículo de Vicenç Navarro: No son los mercados financieros. El señor Navarro se ha convertido en mi gurú particular. Le estoy agradecida como lo estaba de pequeña a los maestros que eran capaces de hacer amena una asignatura que en principio lo tenía todo en contra. Gracias a él voy dejando de ser una ignorante en economía. Cada artículo suyo me abre los ojos un poco más, me da más razones para la indignación.




Tan pronto como llego al trabajo, comienzan a llegarme informaciones sobre Barcelona y Badalona. Están desalojando las acampadas. El motivo dado por el conseller de interior, un tal Puig, es que se desaloja la plaza “por higiene.” Supongo que es inmune a las connotaciones fascistas de la palabra. Por si fuera poco, la actuación de la policía deja claro que la súbita preocupación por la salud ciudadana es una patraña. Lo primero que se han llevado han sido son los ordenadores (“Habituales armas entre los hooligans”, me dice con ironía C.) El ingenio comienza pronto a trabajar: a media mañana ya hay un par de grupos en facebook: “Queremos desalojo del congreso para limpieza por higiene” y “Desalojar el salón con porras y pelotas de goma para limpiarlo”.




Esperanza Aguirre aprovecha -ella siempre aprovecha cualquier ocasión para abrir la boca- y pide que se desaloje Sol porque “prácticamente se ha convertido en un asentamiento chabolista”. Se nota que le importan mucho las chabolas cuando puede verlas desde su despacho; no tanto cuando están en el extrarradio y los niños juegan entre ratas a un par de kilómetros del centro de la capital.




Se habla de 48 heridos. A última hora de la mañana se dice que la policía se retira y la plaza vuelve a quedar en manos de los indignados, supongo que más indignados que nunca. La gente ha desbordado el cordón policial y han vuelto a tomar la plaza, cuentan. Me llega un correo electrónico para firmar por la dimisión del consejero Puig. Me asombra la rapidez de reacción.




Alguna gente me manda enlaces para ver los vídeos de la actuación policial. Al principio me escudo en que estoy trabajando y no puedo ponerme a ver vídeos. Pero tengo que admitir que no voy a verlos ni ahora ni después. Soy incapaz de asistir a la violencia sin sentir ganas físicas, no metafóricas, de vomitar. Algunos amigos me escriben para decirme que están frente a la tele llorando.




He quedado a tomar café con Pepe; quiere invitarme a conocer a un poeta que hace años que admiro, Karmelo. Salgo del trabajo y como sola, mientras me tomo unas cervezas y sigo a través del móvil lo que la prensa cuenta de Barcelona y los mensajes que me van enviando. Estoy temblando de rabia.




A la hora del café me reúno con Pepe y Karmelo, aunque en realidad lo que hago es seguir bebiendo cerveza. Me cuesta hablar de poesía, aunque trato de prestar atención, porque sé que es un privilegio estar con ellos. Pepe me dice que está pensando seriamente en irse fuera de España. Es de esas personas a las que no trato asiduamente, pero cada vez que nos vemos me asombra con su inteligencia, su ingenio y su talento. Tienes los poemas críticos más irónicos y divertidos que conozco. Ha trabajado como periodista y ahora sopesa la posibilidad de irse a trabajar al bar que unos familiares tienen en no sé qué ciudad belga. No le digo nada porque no puedo ofrecerle nada. Pero me parece tristísimo que alguien como él tenga que marcharse.



A las 7 hay una concentración de apoyo a Barcelona en Sol, llamo a Manuel desde el metro y le digo que me voy a Sol. Las cervezas y la rabia me han quitado todo rastro de cansancio. Esta ha sido una semana de parón y reflexión, y necesito de nuevo corporeizarme, sobre todo después de lo que ha pasado.



Llamo a Batania y quedamos en el oso y el madroño. Pero como siempre ocurre en Sol, no le veo por ninguna parte, y sin embargo me encuentro con Ernesto, mi sobrino, y unos cuantos amigos suyos. Lo primero que hacen es invitarme a una cerveza. Ya he perdido la cuenta de las que llevo encima.




Cuando regresamos, la concentración está en marcha. Esperaba más gente, no es difícil moverse. Algunos llevan flores en la mano. Gritamos “”Barcelona no está sola!” Y no puedo evitar recordar que hace apenas un mes el Barça y el Madrid se enfrentaban, y las diferencias entre las dos ciudades parecían irresolubles, una cuestión de principios profundos e eternos. Me emociono. Le tomo el pelo a mi sobrino porque él es madridista hasta el tuétano y oírle gritar !Barcelona! es una especie de justicia poética para mí, que soy del Atleti (y del Barça.)



Me dice I. que le ha parecido una concentración demasiado blanda, teniendo en cuenta las circunstancias. Recuerdo las bromas sobre fútbol, las cervezas y las risas, y me siento algo culpable. No sé. Sigue siendo algo natural estar en Sol y sentir alegría. No creo que la alegría anule la rabia (quizá esa sea una de las señas de identidad del movimiento. Una vez más: Defender la alegría, organizar la rabia). Pero hoy quizá debería haber primado la indignación y la protesta. No puedo hablar por los demás, pero la verdad es que mi borrachera no me convierte en un testigo demasiado fiel. Cuando llego a casa, a Manuel tampoco le da la impresión de que venga de una acción reivindicativa.

martes, 1 de noviembre de 2011

25 y 26 de mayo

25 y 26 de mayo



S., en fb, recoge algo que me parece buena idea, que ya he leído en otros sitios y que, esta es la pena, sería bastante difícil de organizar: una huelga general de consumo. Ahí les dolería, si fuéramos capaces.



Después de unos días de reflexiones algo más densas, vuelvo a reírme con las consignas y las bromas: “Si viene la policía, sacad las uvas y disimulad”. La brillantez anónima me fascina.



Éramos pocos y parió la abuela. Rouco Varela hace una aparición estelar: “Los problemas de los indignados tienen que ver con lo más profundo, su alma, su corazón.” Dicho así, si una no supiera de quién viene, podría tener hasta algo de razón. Aunque yo más bien diría que los problemas de los indignados tienen que ver con la falta de alma y corazón de otros. Cuelgo un enlace a sus declaraciones en fb, y alguien comenta: “ Tiene toda la razón: vendieron su alma y su corazón a cambio de un piso o un curro de mierda esclavizante.” Chapeau.



Más declaraciones tocanarices, esta vez de Sarkozy. Me toca en uno de los sitios que más me duele. “Ahora que Internet es parte integral de la vida de la mayoría de las personas, sería contradictorio excluir a los gobiernos. Nadie debe olvidar que estos gobiernos son los únicos representantes legítimos de la voluntad de las personas en nuestras democracias. Olvidar esto es arriesgar un caos democrático y consecuentemente, anarquía". Daría risa si no diera miedo. Alguien comenta, también en fb: “Estos neogobiernos como el del amigo Sarkozy, que pasan olímpicamente de inmiscuirse en el paro (ya lo solucionará el sector privado), en la banca (ya se regulará sola, y el BCE, que fije los tipos de interés, pero de prestar, ni un euro), en la educación y la sanidad (que se vaya pudriendo la pública y que quien pueda que se pague la otra), en la integración social (el que venga, que se integre o que lo jodan), etcétera... Ahora la han tomado con internet. Aquí sí que se van a meter a saco, ¿no? Para proteger al ciudadano, ¿no? Me callo lo que pienso que esto lo leen niños.”



No es que yo antes pensara que la gente es tonta, mucho menos aquella con la que tengo contacto a través de las redes sociales, poetas, narradores, periodistas, compañeros de trabajo, familia, lectores... -da igual cómo o por qué llegáramos a ser amigos o conocidos. Pero la verdad es que ahora diariamente me sorprendo de su cultura, de su capacidad de análisis, de su brillantez. Algo más que está cambiando: ¿habíamos hablado, pensado, reflexionado tanto nunca juntos sobre política? Yo al menos no. Yo he despotricado toda mi vida, pero pocas veces he intentado construir. Y aunque sigo sin ser una persona de calle, de primera línea, de acción, siento que junto a toda esta gente que está intentando ver más allá, estoy poniendo mi pequeña aportación y lo que estoy recibiendo me hace sentir afortunada cada día. Es como si todos nos hubiéramos desnudado, nos hubiéramos arrancado las caretas de conformismo, de normalidad, que la impotencia y el silencio nos habían pegado a la piel hasta confundirse con ella. Alguien dice: “Igual que la crisis es tautológica -nombrarla es hacerla existir- esto (supongo que esta comunidad que se está formando), también.”



No me olvido de Sol, por donde sigo pasándome al menos una vez al día, para pasear, leer carteles, escuchar un rato en las asambleas. Hasta hacer bulto -sumar presencia física- me hace sentirme útil. Pero voy comprendiendo -o sintiendo, mejor dicho- que Sol es una puerta, la puerta al salón donde hemos descubierto que podemos sentarnos juntos a compartir, a reflexionar, a mirar alrededor y hacia delante.



Mi hija me pone deberes. Me dice que le gustaría saber qué soy, con qué me identifico: ¿Anarquismo, comunismo...? ¿Qué? Su habitación parece un museo en construcción del 15M: careta de anonymous, carteles, pegatinas, consignas anarquistas en la pared... Me siento orgullosa de ella, porque entiende lo que está pasando, por qué está pasando y está llena de inquietudes y preguntas. Aunque no tengo, ni mucho menos, todas las respuestas. Ante su presión y la presión externa, digo: “Me piden que me posicione. Me pido posicionarme. Yo siempre he estado a la contra. Perdonadme que me lleve algo de tiempo aprender el a favor.” Aunque sé que en lo que pienso hay mucho de a favor. Incluso sin etiquetas, cuya utilidad no alcanzo a ver, no al menos tan profundamente como para tener la necesidad de comprometerme con ellas.



Se fue la alemana, por cierto, y todos los días nos preguntamos qué imágenes se habrá llevado en la retina. Si Sol ha dejado algún sentido, alguna huella, más allá de que fuera más difícil acceder a Zara o a El Corte Inglés.

martes, 25 de octubre de 2011

24 de mayo

24 de mayo



Después del malestar de los días anteriores, un golpe sobre la mesa: escribo mi primer poema de estos días. No me he salido del tema, claro.



Que no que no y que no
que no me quedo fuera
que demasiado tiempo
que demasiadas sombras
y todos los relojes
sonando a guillotinas

que no que no me quedo
que no me quedo fuera
que ya son muchos metros
y ya muchas medidas
que hay un sol que no quema
y este traje de rosas
a nadie pertenece.





No me paro a pensar si es un buen poema o no. Es efectivo. Me ha sacado algo, una parte al menos, de lo que se me va quedando dentro estos días.



Y otro golpe más sobre la mesa. Estoy sentada en la parada del autobús, en Puerta Cerrada, junto a una señora de unos sesenta años. Le cedo el sitio a otra señora que lleva el tobillo vendado. Por delante de todas nosotras pasa una chica embarazada con la tripa al aire y las dos mujeres mayores se ponen a despotricar (“No hace falta enseñarlo todo”, “Qué desvergüenza”, etc.) El tono y el volumen con que lo dicen -como si buscaran la aprobación de todo el mundo, o mejor dicho, como si la dieran por hecho- hacen que me arrepienta de haberle cedido mi lugar a la señora vendada y que me replantee si la generosidad indiscriminada es algo loable. A los pocos minutos, pasa un chaval con un carrito del super lleno de vigas y maderas; indudablemente se dirige a Sol, para montar o reforzar alguna estructura. Las mujeres vuelven a estallar: “!Qué vergüenza, la que están montando! !No sé cómo no mandan ya a la policía para echarlos! !Y en pleno centro de Madrid, qué imagen! !Con la bendición de Rubalcaba, eso está claro!” No puedo más. Les grito que se guarden sus opiniones para ellas, que mantengan al menos un tono de conversación, que no nos suelten mítines a los demás y que hagan el favor de no dar por hecho que todos pensamos como ellas. Que sus palabras ME ESTÁN OFENDIENDO. Me piden disculpas, no llego a saber si en tono irónico, porque me alejo de ellas temblando de rabia. Entre el cabreo, acierto a pensar que algo más está cambiando. Que me siento refrendada, que he recuperado mi derecho a expresarme. No es que esté orgullosa de gritarles a dos viejas, pero la verdad es que antes me hubiera tragado en silencio la impotencia de escuchar mentiras gritadas a los cuatro vientos, con ese tono de posesión de la verdad que es lo que más me molesta.



Reflexiono sobre si las prisas son buenas, o sólo necesarias. No quiero imponer mi impaciencia. Quizá sea mejor que me aleje o me calle mientras estoy así. M., desde Zaragoza, me contesta: “Depende del paisaje. En el abismo las prisas son necesarias, o reaccionas o te caes. Yo lo que no estoy muy segura es de si sabemos emocionarnos igual de bien a medio y largo plazo como a corto plazo. Lo del corto plazo está claro que sí, que sabemos hacerlo...”



Empiezan a surgir propuestas concretas. Sigo dudando: “Estoy empezando a pensar esto: mejor 4 propuestas claras, concretas y que posibiliten que después haya más cambios. Esto ha surgido porque une a mucha gente; no podemos arriesgarnos a perdernos por el camino.”

Pero la verdad que no lo tengo nada claro. Discuto a menudo con Manuel de esto. Él lo ve diáfano: mejor 4 propuestas claras. Me doy cuenta de que pido prisas, pero que a la vez las prisas me confunden. Intuyo que parte de la fuerza de todo esto es su indefinición. Hemos surgido como un gran NO, pero el sí de cada uno es otra cosa, el sí es aquello de lo que provenimos, y no es que no importe, sino que ahora es el momento de lo nuestro, lo común. Que es mucho más de lo que podíamos imaginar. Nunca un NO ha sido generador de algo tan positivo, tan energético, tan -no me gusta la palabra, pero no sé decirlo de otra forma- esperanzador.

¿Y es el NO siempre una fuerza destructiva? O más bien: ¿es destructivo ser destructivo cuando uno se opone a la propia destrucción? ¿Puede uno ponerse a proponer, a dialogar, a articular un discurso cuando le están atacando? Lo primero sería: deja de atacarme. Respétame. Escúchame. Tu voz no vale más que la mía, sobre todo cuando la impones con agresión, cuando estás pretendiendo robarme la dignidad, destruir mi integridad.

Otra de las claves de este movimiento es su generosidad: realistas, idealistas, anarquistas, comunistas, militantes, no militantes, sindicalistas, okupas, parados, funcionarios, jubilados... todos cabemos. Todos aportamos. No importan las siglas, las particularidades, sino la suma de los individuos.

Ahora no se trata de luchar por una ideología en concreto, cada cual tiene un bagaje, una historia, unas ideas: se trata, más bien, de librarnos de esta ideología única que se nos impone, de abrir el espacio a que cada uno de nosotros, en igualdad de oportunidades, sin sufrir insulto o desprecio o represión o silencio, pueda defender aquello en lo que cree. Yo nunca he sabido definirme. No soy anarquista, no soy comunista, no soy socialista. O quizá podría mejor decir: no sé si soy anarquista, no sé si soy comunista, no sé si soy socialista, no sé qué soy. Pero quiero que se respete a los que se dicen anarquistas, a los comunistas, a los okupas, a los sindicalistas... a toda la gente de bien que lucha por un mundo más justo. Quiero que se les respete a ellos y que se me respete a mí, aunque no quiera o pueda definirme. Aquí nadie me ha pedido un carnet, me ha hecho un examen, me ha juzgado o exigido un currículum. Porque básicamente aquí se trata de respeto, de honestidad y de justicia. De ideas y políticas que redunden en el beneficio común. Ni más ni menos.

Hay gente que tacha al movimiento de ingenuo. Quizás mis ideas, poco articuladas, impulsivas, intuitivas, también lo sean. Pero creo que sin cierta dosis de ingenuidad esto no hubiera sucedido. Y no olvidemos que era necesario, imprescindible, que algo como esto sucediera para romper la normalidad de este mundo anormal en el que vivimos.



Conste que estoy de acuerdo con los 4 puntos básicos, y también con el manifiesto largo que circula por ahí. Podría pedir más, podría pedir menos. Pero hay que empezar, hay que empezar por alguna parte. Y luego seguir sin parar. D. me dice en fb: “Ayer en la asamblea de la 1 se habló de esto mismo, de concretar algunas propuestas y defenderlas para reclamarlas a quien corresponda porque hay en general una sensación de que son muchas propuestas y poca concreción, yo lo veo y lo siento igual, a la vez me parece natural la ebullición de propuestas, una semana es poco muy tiempo de vida y poco a poco tenemos que ir asentando las propuestas principales y pasar a la acción para que no se diluya todo en un mar de ideas, así concluimos ayer en el encuentro de sol.”



La entiendo. Pero siempre acabo pensando que la necesidad de concreción nos viene impuesta por una forma de pensar ajena, externa, antigua. Que es una trampa que otros nos tienden y en la que caemos con la mejor de las intenciones. ¿De verdad -con la que está cayendo ahí fuera, con la claridad y la violencia de las agresiones- de verdad hay que concretar? ¿No está claro que lo que NO puede ser de ninguna de las maneras es este liberalismo salvaje que busca el beneficio de pocos y causa el mal a muchos? ¿No está claro que decimos NO a la dictadura de los mercados, a la complicidad y culpabilidad de los políticos, a los recortes, a los desahucios, a las privatizaciones, a la precariedad, a la explotación, a las injusticias en todas sus formas...?



Una cosa tengo muy clara: hay gente que reclama la creación de un partido político. Me opongo totalmente. Un partido es caer en estructuras, estrategias, portavoces, líderes, necesidad de fondos, definiciones excluyentes... Esta energía NO cabe en un partido.



Acabo la tarde leyendo. Encuentro este verso: “La muerte, que siempre es lo que ellos llevan de la mano”, del poeta Peter Laugesen. Toda mi parrafada anterior resumida en doce palabras. Por eso aspiro a ser poeta y quizá debiera dejarme de mítines, como deben dejarse de mítines las viejas de las paradas de autobús.

lunes, 10 de octubre de 2011

23 de mayo

23 de mayo

Estoy viendo con mi hija El gran dictador. Casi hubiera preferido ver algo más ligero, terapéuticamente apolítico. Pero ella también exige su dosis de ideología. La alemana está hoy de excursión y podemos elegir la temática de nuestra tarde compartida. El gran dictador. Sea.

R. me dice que no pierda la ilusión, que si personas como yo caen, cae la batalla. Sé que es un elogio, pero hoy me siento tan cansada que espero, deseo, que lo que dice no sea verdad y que la batalla no dependa de gente como yo, impaciente, obsesiva, cobarde, ciclotímica. Con más tendencia a la palabra que a la acción. Sólo ha pasado una semana, piensa una parte de mí, la que sabe, porque lo ha escuchado -y de gente mucho más joven-, que vamos despacio porque queremos llegar lejos. Pero otra parte piensa que ya ha pasado una semana. Y nadie ha dimitido, no se ha ocupado ningún banco, no hemos arrastrado a millones a la calle.

Me receto no ir a Sol hoy. Pero a la vez sé que es como quitarme el medicamento que me podría subir los ánimos. Miro en las noticias los resultados de las elecciones con un intenso deja vu. Ni siquiera me interesan aquellos a los que he votado y que tampoco son los míos. Una izquierda instalada también en sus refriegas, su burocracia, sus privilegios, que no ha sabido o querido defender los intereses del pueblo -hemos recuperado esta preciosa palabra-, definitivamente del lado opuesto al mío, que no me representa en lo más mínimo. Me recuerda que me he traicionado al votar, y me pongo de peor humor.

Me desahogo en facebook, como siempre: “A todos los que han votado a un partido xenófobo, homófobo, franquista, clasista, etc, etc, etc, no les voy a decir nada. Pero, por favor, que ninguno de ellos me diga nada a mí. Bastante tengo con cruzarme con la cara satisfecha de sus líderes cada vez que hago zapping.”
Alguien dice: “Ayer después de tanto tiempo revoloteando, quienes tomaron las calles al anochecer fueron las gaviotas, a partir de hoy, se quitan sus "trajes" y se ponen el de buitres. Agarrémonos fuerte y apretémonos los machos que vienen curvas.”
“Muchos más somos los que no hemos votado a nadie”, dice O. Por lo que me toca, no me siento mejor. D. me parece muy lúcido en su comentario: “Yo sí, si me perdonas, les diría algo: háganse cargo de su voto. De la corrupción, de las promesas vanas, del estilo descalificatorio e irrespetuoso que han utilizado sus candidatos. Y del tipo de "democracia representativa" que construyen...Yo sólo les digo: disfrutad exactamente de lo que habéis votado.”
Tiene toda la razón, pero tampoco me consuela.

En la tele, las declaraciones de unos y de otros me recuerdan a aves carroñeras repartiéndose un cadáver. La misma mierda es. Cuando veo los resultados del PP en Cataluña, caigo en la cuenta: los que peor lo van a pasar a partir de ahora son los inmigrantes. El movimiento no se puede olvidar de ellos.

Por inercia, continúo difundiendo: “En Sol están faltos de fruta y embutido”.

Actividades en Sol. Lunes 23
15h – Fabada para 300 personas en Sol
20h – Reunión de accion política a largo plaza en la Pza de Pontejos
20h – Biodanza en C/Carmen con Tetuán
21h – Reunión de Sanidad en la esquina de Cajamadrid

Firmo por todas las iniciativas que me llegan: por un país laico, por la reforma de la constitución, por la moción de censura electrónica, no al pluriempleo mientras haya parados y por la ley de aceptación de las tasas bancarias. Cuanto más pesimista estoy, más frenética me vuelvo.

Por primera vez, oigo algo sobre las asambleas de vecinos por barrios. Pregunto en fb: “Como para la organización política de base soy una pardilla (por diversos motivos que no vienen al caso): ¿qué os parece lo de las asambleas de vecinos por barrios? ¿Vais a acudir a alguna de las convocadas para el próximo sábado? En principio, me suena bien, pero me encantaría oír más opiniones. Gracias.”
F: “Hay un riesgo, que es diluir el movimiento y una esperanza que es amplificarlo ¿qué pasará, ni idea? En Huelva ya hemos confeccionado grupos que se dedicarán a visitar asociaciones de vecinos, barrios, y lugares de importancia social tales como las oficinas del INEM, el rastro, las plazas de abasto, etc... Todo ello sin abandonar la acampada, en la que se han establecido turnos de asistencia. Además, trabajamos para conseguir al menos una asamblea semanal (por ahora es diaria) y una manifestación un día de la semana que recorra las calles de la ciudad.”
Y por primera vez, a pesar del orgullo de Sol, me da envidia la gente que participa de esto estando en lugares más pequeños, donde todo es más abarcable y directo.

F., de nuevo: “Creo que la mayoría cometéis un error, apoyáis el movimiento 15-M pero sin desprenderos de lo concebido en política hasta ahora, pretendéis cambiar las cosas desde modelos socialmente ya adquiridos, ya sea por motivos educacionales o por intereses individuales. No os dais cuenta de que esos modelos ya no nos sirven, que estamos en la confección de una nueva ideología, desconocida, aún por descubrir, una ideología en la que nosotros tome el relevo del yo individual, al menos en lo que a política se refiere, basada en la honestidad y en la justicia universal. Lo que se está generando es un nuevo modelo de pensamiento que algún día logrará cambiar el mundo.”
Tengo la impresión de que están empezando a aflorar las ideologías de cada uno.

Empecé el día con miedo y lo acabo con incertidumbre. Oigo alguna voz que dice que los resultados de las elecciones han sido una derrota para el movimiento. Ah, no, por ahí sí que no. Esto se sabía de antes. A nosotros que no nos carguen con ese muerto.

Ya tengo bastante con lidiar con mi pesimismo congénito. Pero, por favor, no quiero cinismos.

Tengo que recordar lo que leí en una pancarta en Sol: "El cansancio sólo les beneficia a ellos, cuídate". Cuánto sabio.

No me puedo quitar de la cabeza estos versos de Miguel Hernández:

Sobre la roja España blanca y roja,
blanca y fosforescente,
una historia de polvo se deshoja,
irrumpe un sol unánime, batiente.
Me hace falta la poesía. Su sabiduría atemporal, más allá o más acá de las fechas.

lunes, 3 de octubre de 2011

22 de mayo

22 de mayo

Manuel me pregunta si voy a votar. Estos días pasados he estado diciendo que no lo tenía claro, y que me decidiría en el último momento. El momento ha llegado, pero no tengo una decisión tomada; si pienso en votar, no me siento en absoluto feliz ni satisfecha, sino más bien víctima de un chantaje que en realidad ocurre sobre todo en mi cabeza. Es una lucha entre mis convicciones, mi deseo -que es no colaborar con algo en lo que no creo- y por otro lado un lastre realista que me empuja a hacer cualquier daño posible (que es ínfimo, obviamente) a quienes con toda seguridad van a ganar.

Le digo a Manuel que le acompaño al colegio y decido a la vista de las papeletas. Pero en el fondo sé que en esto ya hay algo de rendición. Haga lo que haga voy a sentirme mal. Estoy casi convencida de que si voto será peor, pero no sé si podré evitarlo. Me pregunto hasta qué punto influye en mis decisiones actuales la imagen que guardo muy profundamente en mi interior: mis padres yendo a votar por primera vez. Su responsabilidad, su emoción, su miedo. Una vez más, me doy cuenta de que en nuestras reflexiones conscientes siempre influyen otras subterráneas. Esta idea, que doy por segura, me inspira tanta aceptación -resignación- como inquietud. Porque si al final son impulsos heredados, enterrados, los que deciden y hablan por nosotros, esto anula el peso de la reflexión, la fuerza de lo que decimos. Estoy pesimista. Una semana desde el 15M y hoy estoy agotada. Me va a a bajar la regla, por cierto. Otro argumento a favor del peso de lo irracional. Mis hormonas también votan.

Busco y no encuentro la papeleta de Izquierda Anticapitalista (más tarde, en casa, leeré que decidieron no presentarse a las municipales.) Cojo la de Izquierda Unida. La meto en el sobre con gesto de mal humor. Manuel me dice que nadie me obliga a hacerlo. Calla, y vamos a tomar unas cañas, le digo. Camino hacia el bar como si acabaran de darnos una mala noticia.

Cuelgo en fb mi contradicción: acabo de votar en la esperanza de arañar una microcentésima de poder a aquellos a quienes aborrezco. Hay una parte de mí que está realmente enfadada conmigo misma. He participado en la misma farsa contra la que afirmo luchar. Ahora mi indignación también es contra mí. Y contra un sistema que me obliga a la contradicción permanente.

Para contrarrestar mi humor, sigo leyendo todo lo que puedo sobre Sol. Nos han dicho que los periodistas, los artistas, los políticos, los fotógrafos, los dibujantes, los poetas, etc eran otros. Los profesionales. Mentira. Las fronteras se están diluyendo. Sólo hace falta darse un paseo por Sol, leer las crónicas, las propuestas, disfrutar las fotografías que se cuelgan. Sabemos mucho más de lo que nos dicen desde fuera. Sólo hace falta encontrar los cauces para compartirlo. M. dice que en cuanto caigan en la cuenta los profesionales oficiales sacarán un manifiesto, e intentarán aprovecharse de la lluvia de ideas que supone sol. Chist, calla, que como te oigan los "oficiales" sacan un manifiesto y se apuntan, no sea que de esto salga algo que pueda repartirse y no les toque... ains, cuanta miseria :)
Ya están en ello, seguro.

Hablo con mi amigo J. Por fin ha vuelto del camino de santiago. La primera broma me la esperaba: “Joder, cabrones, me voy una semana y empezáis la revolución sin mí!”. Hablamos sobre la necesaria convivencia de la consigna y del análisis profundo.

Me doy cuenta de que hoy no voy a poder ir a Sol. Además de la regla, me ha dado un ataque de ciática y llevo no sé cuántas noches durmiendo a ratos. Hace, además, un calor tremendo. Espidifen y lexatin. De lo que no puedo pasar es de la tele y del ordenador. Internet suma y sigue, me consuelo. Pero hoy todo me parece poco.

Me llegan noticias de la asamblea. Al parecer, gana la idea de continuar una semana más. Digo en fb: “Parece que en la asamblea se va imponiendo la idea de quedarse al menos una semana más. Yo creo, ahora mismo, que la acampada no puede ser indefinida por el riesgo de que se pierda fuerza. Pero opino que debe seguir hasta que salgan contenidos y formas de continuar más concretas. No puede disolverse sin más y menos el 22M, fecha representativa para ellos mucho más que para nosotros.”

A pesar del cansancio, la ciática, la tristeza, tengo la impresión de que puedo relajarme y cuidarme. La infantil y necesaria impresión de que otros velan por mí.

lunes, 26 de septiembre de 2011

21 de mayo


21 de mayo

Es curioso, paso tan poco por casa que está sucia y desordenada y sin embargo cada vez que voy a Sol me invade el olor a lejía, hay brigadas de limpieza que no paran de barrer, fregar y frotar el suelo.

Ayer cuando salí de trabajar, me fui a Sol, volví a casa a buscar a mi hija y a la alemana, llevé a la alemana al teleférico, a mi hija a su clase de breakdance, me fui a sol durante la clase, regresé a buscarla, teníamos aún un rato hasta la cita con la alemana, así que volvimos a Sol, y luego de nuevo al teleférico y por fin a casa. Soy como una polilla atraída hacia la luz.

Hoy, sábado, decido ir de nuevo. Antes de salir, veo por el ordenador que a las doce del mediodía está ya lleno, seguro que mucha gente sigue allí desde anoche. Un amigo me dice que tiene una hija acampada en Sol y otra en Cáceres. Se lo cuento a Gara y me mira con toda la impotencia de sus catorce años. La alemana me dice que quiere ir de compras con sus otras compañeras por Sol. Le digo que no me parece buena idea. La gente es pacífica,le explico, pero hay mucha policía, y además es fácil perderse. Hoy es jornada de reflexión, y todo es un poco más imprevisible. Al final logro convencerla para que vayan a un centro comercial. Me siento un poco traidora, pero soy responsable de ella, y no creo que sus padres entendieran cualquier problema que surgiera hoy.

O., en facebook: “Lo llaman "día de reflexión" pero en realidad era, hasta hoy, una jornada de "Genuflexión" ante el altar de los políticos corruptos que pueblan las listas cerradas del sistema. Hoy es un día grande, y se reflexiona de pie y no de rodillas ante los politicastros y mercaderes. !!Reflexión SI genuflexión NO ante ningún poder civil militar o religioso!”. Se va a Sol con su hijo de cinco años y una pancarta hecha por los dos. Yo estoy muerta de cansancio, no sé a qué hora me dormí ayer, pero voy para allá, porque estando allí, a pesar del calor, se me pasa el cansancio. Estar entre gente se ha convertido en un estimulante natural.

Antes de salir, miro mi bandeja de correo. Hay cientos de correos desatendidos. Cuelgo mis disculpas en fb: “Lo siento por todos los que me mandan correos requiriendo mi atención para otra cosa, ahora mismo no estoy para nada más, ni por tiempo, ni por energía, ni por espíritu, ni por interés, ni por nada de nada. Entre no descuidar a los míos, y no descuidar Sol (que también son los míos), tengo el cupo cubierto. Ya iré contestando a medida que pueda.”

Leo que ya hay unas 25.000 personas en sol. O., de nuevo: “Si estuviera el papa, teleespe estaría diciendo que son 2.500.000. “

En tomalaplaza veo que ayer se aprobó una lista de propuestas en la asamblea. Las leo. Me parece que derrochan sentido común, ni más ni menos.

Antes de salir, me ducho y recuerdo la canción de Kiko Veneno: “Y yo lucho, y yo lucho, y después siempre me ducho. Y si me ves andando por el techo, es que no estoy del todo satisfecho”. J.D.E. dice que he encontrado el himno que estábamos esperando. La canto a voz en grito bajo el agua.

Hay gente que me cuenta que leen poemas míos en distintas acampadas, sobre todo “Capitalismo”. Siempre que alguien me dice algo así me viene el título de la obra de Jane Austen: “Orgullo y prejuicio”. Orgullo y pudor, más bien.

Manuel y yo llegamos a Sol. El calor es hoy casi insoportable. Llevamos agua para beber pero la gastamos tirándonosla por la cabeza. Preguntamos en infraestructura qué es lo más urgente. Hielo. Pues claro. Se nos suma una mujer algo mayor que yo, que si nos importa que nos acompañe. Vamos los tres a buscar la tienda de chinos más cercana, que, por cierto, no está muy cerca, en una esquina de la plaza mayor. El chino nos mira con agradecimiento. Treinta euros de hielo, que pesan como un muerto recién sacado del refrigerador. Mientras los entregamos en alimentación, asistimos a una escena recurrente. Gente que se acerca para hacer donaciones de dinero. No se acepta dinero. Pienso que esa es una de las fortalezas del movimiento, y que es muy importante seguir manteniendo esa postura.

Nos encontramos con P., L. y su hija N. La pequeña está jugando en la guardería de Sol. Me recuerda a aquellas guarderías que organizábamos hace años en las casas okupadas. P. está alucinado porque su hija lleva su nombre y el número de teléfono de los padres en una pegatina sobre la camiseta. Dejamos a la nena y a su madre, y los tres nos vamos a una asamblea de política, que se celebra en las descalzas. Hay mucha gente y cierta tensión, porque es la jornada de reflexión y el tema de la asamblea no deja lugar a dudas. Al poco comienzan a llegar furgonas de la policía y a rodearnos. Me pongo nerviosa. Le digo a M. que teniendo dos crías a nuestro cargo no nos podemos dar el lujo de meternos en un lío y que nos detengan. Cómo se lo explico yo a los padres de la alemana. Así que salimos de la asamblea. Estoy mareada, seguramente estoy teniendo una bajada de tensión. Debemos de llevar tres o cuatro horas dando vueltas por la acampada. Nos vamos hacia casa, las chicas llegarán pronto. Al final han ido al parque de atracciones.

Vengo de Sol reventada, con dolor de piernas, mareada y con los hombros quemados. Pienso en cómo estarán los que se tiran allí días y días. Claro, que no tienen mi edad. Iniciamos el ritual: ordenadores encendidos, Canal33, cerveza, tabaco, todo a mano desde el sofá.

Como cada vez que vengo de Sol, siento la misma tensión entre realismo -cambios posibles- e ideas radicales, locas, arrebatadas. La misma tensión que noto allí, al leer los carteles. Reforma de la ley electoral frente a Abajo el capitalismo, para entendernos. Toda esa energía, todo ese gentío... es normal que a veces a una se le vaya la cabeza y piense lo que le gustaría: okupar los bancos, el parlamento, a la mierda todo este sistema generador de infelicidad, injusticia, insatisfacción. Luego, al leer las propuestas, la reforma de la ley electoral, impuestos a las sicav, etc... todo parece poco. Supongo que esa es la fuerza, o una de las fuerzas, del movimiento. Su realismo aglutinador. Pero me consta que eso deja insatisfechos a algunos, a los que también comprendo... Cuando reflexiono sobre todo esto, siento miedo, miedo de que esas tensiones, esos tiras y afloja, rompan la cuerda que ahora mismo sostenemos entre todos. Primero conseguir algo, luego a por otra cosa...
Intercambio correos electrónicos con Batania, y expresa algo que también pienso recurrentemente: no es lo que pueden hacer por nosotros, sino lo que nosotros podemos hacer sin ellos.

Revolución. La palabra es tan atractiva...A cuenta de un poema de Batania que dice “las fresas en mayo, las fresas en mayo” digo en fb “las revoluciones en mayo”. Pero cada vez que digo la palabra revolución me ruborizo. ¿Nos hemos ganado la palabra? Me doy cuenta también de que apenas sé nada sobre el mayo francés. Estos son días para aprender cosas. El mayo francés, pero también las implicaciones del voto en blanco. Tomamos conciencia de lo que hemos dado por supuesto. Hablamos y hablamos y yo pienso que eso es bueno. Pero también tengo miedo del hablar por hablar.

Parecemos vivir en el futuro. Como si hablar de derribar los poderes supusiera ya haberlos derribado. Cada vez que pienso esto siento el vértigo de vivir en un tiempo irreal. Todos tan educados, tan alegres... ¿como si hubiéramos llegado a algún lugar? Hemos estado tan solos que estar juntos es una victoria, pero ¿suficiente? ¿Valdrá el impulso?

Me llama gente: ¿Vienes a Sol? Digo que no, que vengo allí. De todas formas cada vez que voy a sol no encuentro a aquellos con los que he quedado y acabo encontrando a otros.

Se ha acabado la rutina. Yo era casera y salir de casa exigía un ritual, que ahora se ha acortado. Digo “me voy a Sol” y basta entonces con coger el bolso, percatarme de que llevo tabaco -mucho más importante que llevar dinero- y el dni.

Mañana habrá asamblea general en sol para decidir si se levanta la acampada. El debate arrecia entre mis amistades. Yo insisto en que hay que desvincularse de las elecciones -que no, que no nos representan-, pero de repente caigo en la cuenta de que yo no me estoy quedando. Sí, claro, el movimiento somos todos, pero no me siento autorizada moralmente para decirle a alguien que siga pasando calor, incomodidades, miedo quizás, en nombre de las ideas de todos. J.D. dice “Yo creo que es muy importante que siga sobre todo por un motivo: porque después de las elecciones llegan los de las tijeritas (estas cosas se hacen rápido, con la inercia electoral, con los gobiernos recién nombrados y los ciudadanos hartos de campañas chorras y de sociedad del espectáculo), y tenemos que estar ahí para decir atrévete moreno si tienes cojones. Si todo va como hasta ahora, no se van a atrever.”
C. me hace una observación: “¿Has visto lo que ha cambiado el cariz del muro de fb?” Pocos se arriesgan a hablar de otra cosa. En la tele, todo parece más antiguo y banal que nunca. Todo está pasando en el canal que enfoca Sol, aunque en la pantalla sólo se vea un trasegar de gente, voces ininteligibles por megafonía – es tarde, pero aún deben de estar recordando a la gente que beba agua y se proteja del sol bajo las carpas. A la voz la sustituyen los tambores: ha empezado la batucada. Qué rabia el cansancio. Si hubiera aguantado ahora estaría bailando. Parece algo lógico y sensato, parte de esta lucha: celebrar, bailar. “Defender la alegría, gestionar la rabia”. Mostrar y compartir la alegría en la calle se ha vuelto también revolucionario. Vuelvo a pensar que ojalá todo esto me hubiera pillado con veinte años. Pero quizá a los 20 era más conservadora que ahora. O quizá más ignorante, o más individualista. A los veinte trabajaba y estudiaba. Tenía menos amigos. La política había traído mucha tristeza y preocupación a mi casa. Desconfiaba más de la gente y de las ideas.

Apuntes de acampada sol. Por primera vez leo las observaciones de Amador Savater. Qué listo. Apuntes. Creo que no hay otra manera de captar lo que está sucediendo, más que a base de pinceladas impresionistas. Mientras lo leo caigo en la cuenta de que llevo ya una semana sin coger un libro. Otra rutina más que se ha volatilizado.

La acampada de Barcelona ha aprobado movilizaciones hasta, al menos, el 15 de junio.
Llegan las niñas. La alemana mira de reojo por la puerta del salón, donde como siempre están los ordenadores y la tele. Debe de pensar que trabajamos como corresponsales.

Islandia es un tema recurrente. No sé hasta qué punto la experiencia islandesa es trasladable a España. Pero como inspiración es más que suficiente. Llevada por la emoción, escribo: “Islandia, espéranos, que vamos de camino”. Alguien, más realista, supongo, contesta que: “Buscamos lo mismo, pero nosotros no somos como Islandia. Al menos aquí no nos reclaman una deuda de 40.000 euros por cabeza por culpa de que nuestro Gobierno dejó a nuestra banca en uno de los mayores monstruo de Europa, que arruinó a 300.000 ingleses y holandeses. Por otro lado, si nos lo reclamaran, seguramente no nos dejarían opinar en referéndum...” Yo insisto: “A mí, lo que más me gusta de Islandia, es que haya banqueros en la cárcel”. J. Vuelve a contestarme: “Sí, están en la cárcel, pero a costa de haber jodido al país a lo bestia, más que aquí. Lo que han hecho los islandeses es un ejemplo, pero también un aviso de que había que actuar mucho antes de llegar a eso.”
A. cierra el tema: “La lucha va a ser larga y animada. Si los islandeses, con 300.000 habitantes, tuvieron que tomar las calles durante 5 meses para derrocar al gobierno y plantear una nueva lógica parlamentaria, a cómo nos sale el kilo de lucha con 48M de habitantes en España?”
Pero yo estoy en modo consigna, no en el de análisis, y no sé qué contestar.

Me envía V. un montaje que ha hecho con un poema mío -Capitalismo- al que le ha puesto música de piano. Es precioso. Yo, sin embargo, he dejado de escribir y leer. Lo que obtengo de esto es una inspiración indirecta, una energía obsesiva y centrada en buscar información y transmitirla. Pienso en cómo afectan las neurosis de cada uno a la manera en que enfoca su apoyo, su utilidad. He descubierto que tengo vocación de antena. Es importante aunar utilidad y pasión, así todo nace más sincero y se vence al cansancio. Me gusta ser una antena.

martes, 20 de septiembre de 2011

20 de mayo



20 de mayo

Lo primero que hago cuando me siento delante del ordenador es localizar las necesidades de hoy en Sol: papel continuo, bridas, sillas plegables, pizarras blancas, mantas, sacos de dormir, comida, martillos, cuerda larga, menaje, papel higiénico, escobas, recogedores, alambre, transporte (dar teléfono), altavoces con amplificador integrado. Por favor, traedlos a Comunicación o Infraestructuras.
Quiero pensar que es una información de utilidad, porque me gusta, para variar, sentirme útil.

Sigue el humor involuntario: “El Gobierno pide paciencia a los jóvenes: En 30 años estaréis mejor.” Empiezo a pensar si no serán unos provocadores. Poco después, leo que Zapatero dice que las cosas se arreglan trabajando y votando. Por ahí sí que no paso. Ni trabajando ni votando hemos conseguido hasta ahora nada. Se lo dice alguien que trabaja y que ha votado (siempre con mala conciencia, por cierto.) Lo único que hemos conseguido trabajando y votando es estar hasta las narices de que nos tomen el pelo. Tengo la impresión de que la brecha entre ellos y nosotros sigue abriéndose. Como dice M.A.: o son más tontos o más cínicos de lo que nos pensábamos.
Zapatero remata la jugada afirmando: “Si tuviera 25 años, seguramente estaría en Sol”. Le contesto en fb: y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta.
Se me quitan las ganas hasta de argumentar.

Me escribe mi prima C., desde Stuttgart. Dice que allí no se cuenta nada en las noticias, que sigue todo lo que ocurre por lo que cuento y por los enlaces que subo. Ella, a su vez, lo transmite a todos sus amigos interesados (y a los que no lo están, también). Caigo en la cuenta de que nos hemos convertido en una especie de red de corresponsalías. No sólo es Sol, sino que me mantengo al día, gracias a los amigos y a través de la red, de las acampadas en otros lugares: Oviedo, Valencia, León,

Escribo esto en facebook: “Almodóvar dice que apoya el movimiento 15 M. Pues mire, señor Almodóvar, he tenido conocimiento de que ha volado usted a Cannes en un avión privado. Personalmente, ni necesito ni acepto su solidaridad. Gente como usted son parte del problema.”
Ha creado polémica. Leo algunas opiniones, y pienso si no me habré excedido, si no será hora de ponerse práctica y reconocer que el apoyo de ciertas figuras le viene bien al movimiento. Si no será lícito sumarse desde cualquier parte de la sociedad, incluso desde algunas más privilegiadas, si no seré injusta frente a cualquier forma de triunfo social, económico y cultural. Pero no puedo evitar cierto cabreo permanente con ellos: ¿qué han hecho antes de que la gente anónima saliera a la calle, ya desesperada? ¿Y después, en las manifestaciones, en las acampadas? ¿No llevan años defendiendo sobre todo sus derechos, sus privilegios y su nivel de vida frente a los de los demás? ¿Han dejado de estrechar la mano a los políticos, de recibir sus subvenciones, de asistir a sus premios y a sus fiestas, de lucir sus trajes caros, las joyas obscenas? No sé, pienso que aunque el éxito te haya llegado fruto del trabajo y la suerte, sin chanchullos, tiene que haber límites; el lujo y la ostentación, sin ir más lejos, me parecen obscenos. Me dicen en un comentario que yo también vivo en el lujo, si me comparo con un habitante de Mali o Sudán. Pues si lo mío es lujo, que no lo pongo en duda en esa comparación, imagina lo que es la vida de los que estoy criticando con respecto a ese mismo habitante de Mali. Si mi cama es un lujo, imagina su avión privado. Estoy cansada de esta supuesta complicidad con la pobreza y la injusticia en la que nos meten otros y que nos calla la boca por vergüenza. J. y D., a los que respeto profundamente porque siempre aprendo cuando debato con ellos, no están de acuerdo del todo conmigo. Y eso me hace dudar. Pero de lo que estoy convencida es de que “cultura” o “trabajador de la cultura” o términos por el estilo no son inocuos ni sagrados ni neutrales. Que por el mero hecho de disfrutar de la obra de alguien no tenemos que concederle nuestro favor o nuestro crédito sin fisuras. Que la admiración o la simpatía no eximen de la crítica. Sigo pensando.

Se acercan las elecciones y se va notando en el ambiente. Desde algunos sitios se empeñan en relacionar el movimiento con ellas; otros, incluso afines, piden que la acampada se levante después del 22. Personalmente, pienso que es un error que se relacione a una con las otras. Si la acampada se levanta el 22 o el 23 parecerá que todo se ha montado para presionar en las elecciones, como alguna de las teorías conspiranoicas proclama. Y quiero pensar que esto viene de lejos, y va a llegar más lejos aún. Si “lo llaman democracia y no lo es”, no sé que tiene que ver el movimiento con el simulacro del domingo. Dice Luis Amezaga: “A partir del domingo, sin interferencias, la indignación debería crecer”.

A mediodía leo: El ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, recibirá tras su salida abrupta del organismo, una indemnización de 250.000 dólares (unos 175.000 euros), además de una pensión vitalicia no especificada.
Después de esto... ¿hay todavía quien se pregunta el por qué de la indignación?

Vuelvo a ver la concentración en Sol a través de Internet. Ya no sé si reír, llorar, dar botes o meterme una ducha con agua fría. Escribo en facebook: Gracias, gracias, gracias.
Entiendo que algunas críticas y reflexiones de gente afín sólo intentan aprovechar la situación para dirigirla hacia algo mayor, más fuerte, efectivo. Pero hay momentos en los que el sentimiento puede con todo y las concentraciones son uno de esos momentos. Hace quince días quería darme la vuelta y meterme en la cama; la gente que me rodeaba en el metro sólo me parecían extraños robotizados. Así que ahora sólo puedo decir: Lo confieso: a las siete de la mañana yo he mirado a la gente en el metro con miedo, con desconfianza, con pena, con asco. Igual que me miraba a mí misma. Y nunca mais, nunca mais.
Y bajo nuestro cansancio y silencio, al parecer, muchos estábamos pensando en lo mismo y desconfiábamos de las versiones oficiales, leíamos los periódicos sabiendo que detrás de las cifras estaban I., A., C., M., gente con nombres y rostros y vidas que tenían que dejar su casa o trabajar doce horas o no trabajar nada. Quizá el movimiento sea manipulado o termine disgregándose; pero ahora mismo siento que mi mirada ha cambiado para siempre. Que siempre tendré el agradecimiento a mano. Que nunca podremos dejar de reflexionar juntos. Hoy me siento más culta y libre y acompañada que hace una semana.
14.0000 personas viendo Sol en stream. Una experiencia nueva sentirse parte de algo sin ni siquiera estar físicamente presente. Como si además de cuerpos hubiéramos pasado a tener almas, un alma común.
Los viernes, normalmente, estoy demasiado cansada de los madrugones y me acuesto pronto. Hoy se han acostado mi hija y la alemana, pero Manuel y yo seguimos con los ordenadores, los móviles, la televisión. Hay un canal, el Canal33, que hace unos días emitía el crecimiento de dos pollos de águila en Wisconsin (!!!), y que ahora enfoca continuamente hacia Sol. Sol está abarrotado, y la Red se suma, todo el mundo twitea, o está en facebook, o en todas partes. Hasta la ubicuidad parece posible. Nos llegan sms de amigos que están en Sol. Dicen que hoy han empezado a llegar cartas a Sol; la dirección es: Acampada Sol. Puerta del Sol, s/n. 28013 MADRID. En twitter: “La comisión de alimentación ofrece bocadillos y agua a la policía”. Ya es madrugada y seguimos conectados. M.A. escribe: ¿Cómo dormir cuando se está soñando?
La persona menos patriota que conozco -yo- escribe esto en fb: Qué país más extraño y hermoso... (Si alguien me hubiera dicho que iba a escribir esto un día, yo le hubiera contestado que qué mariguana más güena fuma). Manuel y yo nos abrazamos mientras me dice: “Nunca vuelvas a desconfiar de esta ciudad”. Estamos los dos llorando.
A las doce, por primera vez, el grito mudo. Silencio en respuesta a tantas humillaciones. ¿Se puede ser más elegante? P. R: me manda un verso del poeta nicaragüense Roque Dalton: "El águila no solo no caza moscas, sino que lo hace con la más silenciosa de las majestades".
Mientras me lavo los dientes, un grito resuena en mi cabeza: “La voz del pueblo no es ilegal”.

viernes, 9 de septiembre de 2011

19 de mayo

19 de mayo

Se van sumando otras concentraciones en apoyo: Atenas, Berlín... Hoy llega la alemana; espero que haya oído hablar de esto previamente en su país. Me sigue preocupando cómo explicarle esto a una niña de catorce años, de familia acomodada, que llega a una casa en la que constantemente hay tres ordenadores y la televisión encendida, a la búsqueda de canales que hablen de Sol.

En el curro me siento más que nunca una fiera enjaulada. Hago mi trabajo a toda prisa, concentrándome para no equivocarme, y a ratos sueltos, o en la media hora del desayuno, me dedico a rastrear información que luego cuelgo y reenvío: en Sol hacen falta palés para aislarse del suelo mojado; calcetines; relevos. Por un lado eso me conecta con Sol, de donde cuesta salir tanto física como emocionalmente; por otro, he encontrado la manera de sentirme, en cierta forma al menos, útil; alejo la culpabilidad que he vivido en situaciones parecidas -¿ha habido situaciones parecidas? Bueno, cuando tenía amigos en el movimiento okupa, hace más de quince años, y yo estaba ya obligada por los horarios, por el trabajo, por mi bebé o por mi cobardía y resistencia al compromiso absoluto a hacer labores de apoyo, invitarles a comer, a ducharse, a usar mi ordenador, pero nunca me situaba en primera fila. Batania me dice que el movimiento está claramente impulsado por la energía de los jóvenes; él, unos años menor que yo, rozando la cuarentena, dice que está fascinado por ese impulso y describe su papel como “generador de entusiasmo”. En mis momentos más optimistas y menos autoexigentes, me gusta verme a mí misma así también. Pero la verdad es que cuando alguien me agradece lo que estoy haciendo, siento cierto pudor, porque sigue pareciéndome poco.
Sin embargo, está la sensación de que todos sumamos. En varias ocasiones, “la policía ha comunicado a las autoridades la imposibilidad de disolver a los asistentes por el elevado número de personas en la plaza”. Parece que nadie es más importante que nadie y eso eleva la importancia del nosotros.


Arrecian estos días las críticas a la falta de propuestas, de líderes, las dudas sobre quién está detrás del movimiento, cuáles son sus motivaciones... Pero, ¿de verdad hay que explicarlas? Tengo la impresión de que los que quieren que expliquemos lo obvio, sólo van a la caza de contradicciones y resquicios para manipular como siempre. Tengo amigos alrededor que se sienten parte del 15M, pero que también dan muestras de impaciencia. Yo quiero mantener la fe, al menos alargarla un poco más. En la primera asamblea a la que asistí, un chaval de poco más de veinte años, insistía en que la prisa era una imposición que venía desde fuera, en que nosotros estamos aprendiendo y que necesitamos marcar nuestro ritmo. Resulta contradictorio que sean los jóvenes de veinte años los que nos digan que la prisa es mala consejera. ¿Contradictorio? Quizá seamos los más mayores los que estamos más presos de la rutina del estrés, los más impacientes, los que más necesitamos que el tiempo corra rápido.

Las teorías conspiranoicas arrecian. Estaban tardando los de siempre. César Vidal relaciona a los acampados con ETA y grupos radicales. Esto despierta hilaridad entre mis amigos de fb. J. D. dice confesar que como no encontraba trabajo por ninguna parte, él, efectivamente, llegó a mandar su C.V. a ETA, pero no le habían contestado aún. Estaban muy ocupados organizando las acampadas, le contesto yo. El otro día, en Sol, al pasar detrás de un corresponsal de Intereconomía, le felicité por sus grandes programas de humor. Pero el caso es que yo los aguanto con mucha dificultad. La sonrisa se me congela. Mee consta que entre mis amigos son muchos los que ven la cadena y prefieren estar informados de por dónde se anda esta gentuza. Yo no tengo estómago. Desde El Jueves contestan que “Eta pagó a los acampados en Sol por hacer que España perdiera Eurovisión”. Hay que tener cuidado estos días con el humor. Cuelgas algo serio y siempre hay alguien que lo toma por un chiste; y al revés. Algunos comentaristas se han puesto tan delirantes que Faemino y Cansado a su lado hacen realismo costumbrista.


O. me deja en el facebook unas frases del escritor Alejandro Sawa, que parecen hablar de estos días:
!A la calle, a la batalla, a luchar con fantasmas! Pero son calles en que al andar se pisan corazones, y son fantasmas que ocultan bajo sus túnicas de niebla puñales y amuletos contra la dicha humana.


A las dos vuelvo a Sol. Se hace casi imposible no ir por allí al menos una vez al día. Cada vez hay más carpas y estructuras. Veo caras de agotamiento pero ningún signo de rendición; la ilusión y la amabilidad de los que permanecen allí siempre me abruman. A través del móvil, cuelgo las necesidades de hoy: cubos, fregonas, escobas, clavos, mantas, sacos, tiendas, pales, esterillas, tijeras, cuter, escalera, nevera, comida, metro, tablas, candados.
Sol va tomando cada vez más el aspecto de una pequeña ciudad autosuficiente. Las salidas del metro y de la estación de Cercanías están cubiertas por las pancartas que la gente va escribiendo de forma espontánea, a medida que se acercan por allí. Unas son más idealistas y hippies, otras más radicales o más concretas. Tengo miedo de que en algún momento empiecen a ser contradictorias entre sí, pero de momento, parece que todas suman perspectivas. Es el enemigo lo que nos une, lo que nos pone a todos del mismo lado. Pero a veces siento el vértigo del primer día, después de la mani: el ¿y ahora qué?
Lo primero que he visto hoy, al salir del metro, ha sido una cola de indigentes frente al puesto de comida de los acampados. Momento emocionante. ¿Cuándo se ha ocupado de ellos el ayuntamiento, cuándo les han tratado con tanta dignidad y amabilidad?

Llevo tres días comiendo bocadillos, y una vez más no tengo tiempo de pasarme por casa. Tengo que ir al aeropuerto a recoger a la alemana. En el metro mi hija y yo intentamos resumirle lo que pasa en Sol. No sé si no entiende mucho, o no le interesa, sólo sonríe y afirma educadamente cuando le digo que estamos hartos de los políticos, que aquí en España hay muchos corruptos -ladrones, aclaro, para que me entienda. Me pregunto lo que pensará al ver la habitación de mi hija, decorada con caretas de Anonymous, llamamientos a la mani del 15M y proclamas anarquistas. Ella parece preocupada sobre todo por la peligrosidad de las montañas rusas del Parque de Atracciones.

En Soltv se puede seguir lo que pasa en Sol en directo. Pongo el portátil en el salón, subo el volumen y Sol se oye por toda la casa. A pesar de la prohibición de la junta electoral, a las ocho de la tarde se ve lleno. Tengo la carne de gallina. No puedo quitar los ojos de la pantalla. Hay algo hipnotizante en la visión de gente que se reúne, que va llegando por las calles adyacentes hasta taponarlas. En las noticias, cada día, hay un motivo más para salir a la calle:
La reaseguradora alemana Munich Re ha admitido que directivos de una de sus filiales celebraron una fiesta en junio de 2007 en Budapest con 20 prostitutas para premiar a sus agentes por los buenos resultados de la empresa.”

No hace falta que nadie lo cuente ni le ponga adjetivos. Es la noticia sin filtro. Sol está abarrotado. Esa es la noticia, la buena noticia. Es la primera vez que estoy llorando en casa. Espero recomponerme cuando la alemana salga de la ducha. No quiero asustarla.

lunes, 29 de agosto de 2011

18 de mayo

18 de mayo

Me tomo un café en el bar de siempre. Los camareros son amables, te llaman por el nombre prácticamente desde el primer día, da gusto sentirse reconocido. Pero hoy uno de ellos comenta que a ver cuando echan a esos anarquistas auspiciados por Zapatero. Me acabo el café de un trago y salgo para no volver nunca más. Mientras me voy pienso: “mírame bien el culo, que la cara no me la vuelves a ver en tu vida”.

Llego al curro y me entero de que la policía ha intentado desalojar Sol. Mi enfado crece cuando leo que “Pese a que la policía ha barrido esta madrugada la concentración en la Puerta del Sol, las reivindicaciones contra el bipartidismo y la corrupción han comenzado a preocupar a los partidos, especialmente a los de izquierda. PSOE e IU comienzan a mostrar sus simpatías hacia sus reivindicaciones”.

¿Ya? Los guiños eran de esperar, quién podría dejar pasar de largo toda esta energía que hemos acumulado, pero ¿tan pronto? Claro, es que las elecciones son en cuatro días. Chupópteros oportunistas. Me hierve la sangre. Más que nunca queda claro que la política se ha pasado a este lado de la realidad. De que “la otra”, la oficial, sólo obedece a intereses internos, y ha sido secuestrada y despojada por sus practicantes de todo rastro de ética. ¿Os parecen simpáticas nuestras reivindicaciones? ¿Esas que vosotros teníais el poder de llevar a cabo y no es que las hayáis ignorado, sino que habéis ido en contra de ellas en cada una de vuestras decisiones? O. me dice esto: “Que sigan haciendo guiños hasta que les de un tic nervioso. La derecha fascista que gobierna madrid despotrica contra los "desarrapados de la puerta del sol" con el mismo entusiasmo que antes jaleaba a los manifestantes "prodemocracia" de Libia, Egipto, Túnez, etc,etc. Cualquier día dice la prensa que esto lo ha montado "Gadaffi", al tiempo.
Muy, muy tarde. Ya nos conocemos. Ya sabemos que habéis sido cómplices, por acción u omisión. Ya sabemos que vuestros guiños previos han ido acompañados de leyes dictadas en nuestra contra, y han sido eso, mucho más que guiños: acciones continuadas, una tras otra. Ya sabemos para quién trabajaréis cuando dejéis de ser políticos, qué bancos, qué empresas os están esperando. Ya sabemos cuánto os gusta la democracia, dentro y fuera de vuestros partidos. Y cómo defendéis vuestros privilegios. En su defensa, caen en el humor involuntario, como cuando Rajoy dice que "lo fácil es descalificar a la política y los políticos". Pues claro que es fácil, Mariano, está tirado, nos lo ponéis a huevo todos los días!!!!!!!!!!!!

Por contra, las consignas que pueden leerse en Sol y que son difundidas por la red me parecen cada vez más ingeniosas: “!Se puede acampar para ver a Hannah Montana o a Justin Bieber, pero no para defender a nuestros derechos!”; "No somos ninis, leemos a Kierkegard"; "No sé hacer nada, exijo un cargo de asesor", “YES, WE CAMP”; "La llaman Esperanza y no lo es"; "Nos sobra la esperrancia"; “Más poesía y menos policía”....
Recuerdo una vez más ese verso de Jorge Riechmann que me acompaña desde hace mucho: “Has ganado la puntita de maldad que le hace falta a los buenos para ser verdaderamente buenos”.

También en los medios más generalistas se oyen voces afines: Isaac Rosa, el columnista de Público, reproduce algo evidente pero cargado de razón: "YO SOY ANTISISTEMA PORQUE EL SISTEMA ME HIZO ASÍ". (Me doy cuenta de que últimamente utilizo muchas mayúsculas pero es que a veces escribo donde no puedo gritar.) Alguien dice en fb: “Me hace mucha gracia el eufemismo de "antisistema", antes se llamaba revolución, lucha social... es increíble como el poder hace uso del lenguaje para su propio interés...” Yo contesto que “con lo de anti se intenta imponer una imagen de destroyers que no aportan, sólo niegan. Y mira que a mí, teniendo en cuenta lo que es el sistema, no me disgusta como palabra. Lo malo son las connotaciones que le dan interesadamente, claro.” D. N, con su habitual sentido común, zanja el tema: “Ahora el sentido común es antisistema.
El Roto sigue en su línea de hacer viñetas maravillosas: "!No dejéis que salgan a la calle, no sea que se den cuenta de los muchos que son!"; "Los jóvenes salieron a la calle y súbitamente todos los partidos envejecieron" (Digo yo en facebook: ¿qué os parece El Roto como presidente de la III República?)

Sigo pensando también en todo lo que nos hemos habituado a dar por hecho. Estamos demasiado acostumbrados ya a las mentiras, a la manipulación. Estábamos resignados a tener que leer entre líneas. Por eso resultan tan sorprendentes las consignas que hablan de nosotros, por eso cada vez que encuentro canales directos de información -como tomalaplaza.net- me cuesta dar crédito a lo que ahora está pasando, y tal y como está pasando, lo estamos viendo.

A la salida del trabajo, voy a Sol. Hay una asamblea y por primera vez me decido a hablar. Digo algo sobre la importancia de mantener los canales de comunicación en la red, que es maravilloso vernos las caras y olernos el sudor, pero que no podemos olvidar a toda la gente que no puede estar aquí por cualquier motivo y que también demanda y tiene derecho a la información sobre todo lo que está pasando. El poeta F.Z. Está por allí y me toma una foto mientras hablo. Me río, parezco disfrazada de “antisistema” con un pañuelo liado alrededor de la cabeza. Pero no me he disfrazado: hace tanto calor que a cada rato mojo el pañuelo y me lo enrollo. De hecho, cuando termino de hablar estoy a punto de desmayarme por el calor y voy a pedir algo de comer. “Es para la gente que estamos acampando”, me dicen. Pero deben de verme tal palidez que me ponen un bocata de jamón en la mano y me siento a comerlo bajo la gran sombra del poeta.

Algo que me ha cabreado en la asamblea. Una chica diciendo que “somos apolíticos”. No soporto ese discurso, así que la interrumpo, y alguien me recuerda los métodos a seguir en una asamblea. Glups, vale. Pero es que me molesta enormemente ver reproducida esa confusión que aparece también en los medios: a ver, que no es lo mismo apolítico que apartidista!!!!! Que esto que estamos haciendo -sentarnos en una plaza, escucharnos, tomar un micro, hablar, proponer- es política, más que los debates de precampaña!!!!

Tres días después del 15M empieza a oírse por todos lados que el movimiento no tiene propuestas. Me viene una imagen: es como si le piden que piense y hable coherentemente a alguien que está acorralado contra una pared. Empiezan a surgir propuestas, manifiestos. Pero como dijo un chico en la asamblea: “la prisa es suya, y nosotrxs tenemos el derecho a ir lentos y a equivocarnos”. Para mí, escuchar que existe ese derecho, a nivel personal, es revolucionario.

Se convoca concentración para esta tarde. Estoy en casa, preparando la llegada de la alumna alemana, y me van llegando las noticias: Sol está cortada, las cámaras del ayuntamiento censuradas, han dejado de emitir. Van llegando mensajes de amigos: “Esto está petao!”

Empieza a hacerse imposible hablar, pensar en otra cosa. Casi me molestan los mensajes, las convocatorias que me llegan y no tienen que ver con esto. En casa tenemos los tres ordenadores encendidos: uno de ellos emite la retransmisión desde Sol, la pongo a todo volumen, Sol entra en mi casa. Intereconomía empieza a emitir su telediario en directo desde la plaza. La parada de los monstruos, comenta alguien en fb. En el metro empiezan a informar que la concentración es ilegal. ¿Ahora metromadrid es portavoz de la junta electoral, de la delegación de gobierno...me pregunto?

Cada vez que alguien intenta acaparar la protesta -para los jóvenes, para los que ya militaban, para los “coherentes”, para...- yo contesto algo parecido: El caso es que aquí muchos tenemos derecho a quejarnos, sean cuales sean nuestras circunstancias. Yo no estoy parada (soy funcionaria), pero tengo derecho a quejarme. Tengo casa, estoy hipotecada y tengo derecho a quejarme. Estoy casada y tengo derecho a quejarme. Tengo hija y tengo derecho a quejarme. Ya no soy joven, tengo 43 años y tengo derecho a quejarme. Tengo estudios y tengo derecho a quejarme. Tengo tele de plasma (regalada, eso sí) y tengo derecho a quejarme. Si aquí estuviéramos de puta madre y estuviéramos protestando por el hambre en el tercer mundo, también tendríamos derecho a quejarnos. No tenemos por qué aguantar injusticias ni sobre nosotros ni sobre los demás. Como siempre digo: POR MÍ Y POR TODOS MIS COMPAÑEROS.

Sol lleno, y las acampadas de apoyo en las embajadas de todo el mundo: Buenos Aires, Florencia, Londres, Nueva york, Budapest, Lisboa... Sólo en Sol hay unas 14,000 personas.

Leo no sé ya dónde: “El País y el diario Público o ABC los llaman ‘los indignados’. Libertad Digital los denomina ‘los manifestantes liderados por Willy Toledo’. Más allá de catalogaciones más o menos delirantes, lo que está claro es que, tras años de bucólica apatía y taimado conformismo, algo ha comenzado a moverse en la calle. El paro juvenil roza el 50%, la cifra total de desempleados supera los cuatro millones. Los mercados han establecido un escenario de consumismo masivo y, en opinión de muchos, innecesario como el único posible. Ha comenzado a cundir la sensación de que los destinos de la ciudadanía son regidos por intereses que no son elegidos por el dedo justiciero de las urnas. ¿Hemos alcanzado el estado de ‘hasta aquí hemos llegado’? Varios colectivos ciudadanos así lo creen y se han organizado para que se les escuche. Y se han dado cuenta de que la cosa ¡funciona!”