viernes, 9 de septiembre de 2011

19 de mayo

19 de mayo

Se van sumando otras concentraciones en apoyo: Atenas, Berlín... Hoy llega la alemana; espero que haya oído hablar de esto previamente en su país. Me sigue preocupando cómo explicarle esto a una niña de catorce años, de familia acomodada, que llega a una casa en la que constantemente hay tres ordenadores y la televisión encendida, a la búsqueda de canales que hablen de Sol.

En el curro me siento más que nunca una fiera enjaulada. Hago mi trabajo a toda prisa, concentrándome para no equivocarme, y a ratos sueltos, o en la media hora del desayuno, me dedico a rastrear información que luego cuelgo y reenvío: en Sol hacen falta palés para aislarse del suelo mojado; calcetines; relevos. Por un lado eso me conecta con Sol, de donde cuesta salir tanto física como emocionalmente; por otro, he encontrado la manera de sentirme, en cierta forma al menos, útil; alejo la culpabilidad que he vivido en situaciones parecidas -¿ha habido situaciones parecidas? Bueno, cuando tenía amigos en el movimiento okupa, hace más de quince años, y yo estaba ya obligada por los horarios, por el trabajo, por mi bebé o por mi cobardía y resistencia al compromiso absoluto a hacer labores de apoyo, invitarles a comer, a ducharse, a usar mi ordenador, pero nunca me situaba en primera fila. Batania me dice que el movimiento está claramente impulsado por la energía de los jóvenes; él, unos años menor que yo, rozando la cuarentena, dice que está fascinado por ese impulso y describe su papel como “generador de entusiasmo”. En mis momentos más optimistas y menos autoexigentes, me gusta verme a mí misma así también. Pero la verdad es que cuando alguien me agradece lo que estoy haciendo, siento cierto pudor, porque sigue pareciéndome poco.
Sin embargo, está la sensación de que todos sumamos. En varias ocasiones, “la policía ha comunicado a las autoridades la imposibilidad de disolver a los asistentes por el elevado número de personas en la plaza”. Parece que nadie es más importante que nadie y eso eleva la importancia del nosotros.


Arrecian estos días las críticas a la falta de propuestas, de líderes, las dudas sobre quién está detrás del movimiento, cuáles son sus motivaciones... Pero, ¿de verdad hay que explicarlas? Tengo la impresión de que los que quieren que expliquemos lo obvio, sólo van a la caza de contradicciones y resquicios para manipular como siempre. Tengo amigos alrededor que se sienten parte del 15M, pero que también dan muestras de impaciencia. Yo quiero mantener la fe, al menos alargarla un poco más. En la primera asamblea a la que asistí, un chaval de poco más de veinte años, insistía en que la prisa era una imposición que venía desde fuera, en que nosotros estamos aprendiendo y que necesitamos marcar nuestro ritmo. Resulta contradictorio que sean los jóvenes de veinte años los que nos digan que la prisa es mala consejera. ¿Contradictorio? Quizá seamos los más mayores los que estamos más presos de la rutina del estrés, los más impacientes, los que más necesitamos que el tiempo corra rápido.

Las teorías conspiranoicas arrecian. Estaban tardando los de siempre. César Vidal relaciona a los acampados con ETA y grupos radicales. Esto despierta hilaridad entre mis amigos de fb. J. D. dice confesar que como no encontraba trabajo por ninguna parte, él, efectivamente, llegó a mandar su C.V. a ETA, pero no le habían contestado aún. Estaban muy ocupados organizando las acampadas, le contesto yo. El otro día, en Sol, al pasar detrás de un corresponsal de Intereconomía, le felicité por sus grandes programas de humor. Pero el caso es que yo los aguanto con mucha dificultad. La sonrisa se me congela. Mee consta que entre mis amigos son muchos los que ven la cadena y prefieren estar informados de por dónde se anda esta gentuza. Yo no tengo estómago. Desde El Jueves contestan que “Eta pagó a los acampados en Sol por hacer que España perdiera Eurovisión”. Hay que tener cuidado estos días con el humor. Cuelgas algo serio y siempre hay alguien que lo toma por un chiste; y al revés. Algunos comentaristas se han puesto tan delirantes que Faemino y Cansado a su lado hacen realismo costumbrista.


O. me deja en el facebook unas frases del escritor Alejandro Sawa, que parecen hablar de estos días:
!A la calle, a la batalla, a luchar con fantasmas! Pero son calles en que al andar se pisan corazones, y son fantasmas que ocultan bajo sus túnicas de niebla puñales y amuletos contra la dicha humana.


A las dos vuelvo a Sol. Se hace casi imposible no ir por allí al menos una vez al día. Cada vez hay más carpas y estructuras. Veo caras de agotamiento pero ningún signo de rendición; la ilusión y la amabilidad de los que permanecen allí siempre me abruman. A través del móvil, cuelgo las necesidades de hoy: cubos, fregonas, escobas, clavos, mantas, sacos, tiendas, pales, esterillas, tijeras, cuter, escalera, nevera, comida, metro, tablas, candados.
Sol va tomando cada vez más el aspecto de una pequeña ciudad autosuficiente. Las salidas del metro y de la estación de Cercanías están cubiertas por las pancartas que la gente va escribiendo de forma espontánea, a medida que se acercan por allí. Unas son más idealistas y hippies, otras más radicales o más concretas. Tengo miedo de que en algún momento empiecen a ser contradictorias entre sí, pero de momento, parece que todas suman perspectivas. Es el enemigo lo que nos une, lo que nos pone a todos del mismo lado. Pero a veces siento el vértigo del primer día, después de la mani: el ¿y ahora qué?
Lo primero que he visto hoy, al salir del metro, ha sido una cola de indigentes frente al puesto de comida de los acampados. Momento emocionante. ¿Cuándo se ha ocupado de ellos el ayuntamiento, cuándo les han tratado con tanta dignidad y amabilidad?

Llevo tres días comiendo bocadillos, y una vez más no tengo tiempo de pasarme por casa. Tengo que ir al aeropuerto a recoger a la alemana. En el metro mi hija y yo intentamos resumirle lo que pasa en Sol. No sé si no entiende mucho, o no le interesa, sólo sonríe y afirma educadamente cuando le digo que estamos hartos de los políticos, que aquí en España hay muchos corruptos -ladrones, aclaro, para que me entienda. Me pregunto lo que pensará al ver la habitación de mi hija, decorada con caretas de Anonymous, llamamientos a la mani del 15M y proclamas anarquistas. Ella parece preocupada sobre todo por la peligrosidad de las montañas rusas del Parque de Atracciones.

En Soltv se puede seguir lo que pasa en Sol en directo. Pongo el portátil en el salón, subo el volumen y Sol se oye por toda la casa. A pesar de la prohibición de la junta electoral, a las ocho de la tarde se ve lleno. Tengo la carne de gallina. No puedo quitar los ojos de la pantalla. Hay algo hipnotizante en la visión de gente que se reúne, que va llegando por las calles adyacentes hasta taponarlas. En las noticias, cada día, hay un motivo más para salir a la calle:
La reaseguradora alemana Munich Re ha admitido que directivos de una de sus filiales celebraron una fiesta en junio de 2007 en Budapest con 20 prostitutas para premiar a sus agentes por los buenos resultados de la empresa.”

No hace falta que nadie lo cuente ni le ponga adjetivos. Es la noticia sin filtro. Sol está abarrotado. Esa es la noticia, la buena noticia. Es la primera vez que estoy llorando en casa. Espero recomponerme cuando la alemana salga de la ducha. No quiero asustarla.

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