lunes, 26 de septiembre de 2011

21 de mayo


21 de mayo

Es curioso, paso tan poco por casa que está sucia y desordenada y sin embargo cada vez que voy a Sol me invade el olor a lejía, hay brigadas de limpieza que no paran de barrer, fregar y frotar el suelo.

Ayer cuando salí de trabajar, me fui a Sol, volví a casa a buscar a mi hija y a la alemana, llevé a la alemana al teleférico, a mi hija a su clase de breakdance, me fui a sol durante la clase, regresé a buscarla, teníamos aún un rato hasta la cita con la alemana, así que volvimos a Sol, y luego de nuevo al teleférico y por fin a casa. Soy como una polilla atraída hacia la luz.

Hoy, sábado, decido ir de nuevo. Antes de salir, veo por el ordenador que a las doce del mediodía está ya lleno, seguro que mucha gente sigue allí desde anoche. Un amigo me dice que tiene una hija acampada en Sol y otra en Cáceres. Se lo cuento a Gara y me mira con toda la impotencia de sus catorce años. La alemana me dice que quiere ir de compras con sus otras compañeras por Sol. Le digo que no me parece buena idea. La gente es pacífica,le explico, pero hay mucha policía, y además es fácil perderse. Hoy es jornada de reflexión, y todo es un poco más imprevisible. Al final logro convencerla para que vayan a un centro comercial. Me siento un poco traidora, pero soy responsable de ella, y no creo que sus padres entendieran cualquier problema que surgiera hoy.

O., en facebook: “Lo llaman "día de reflexión" pero en realidad era, hasta hoy, una jornada de "Genuflexión" ante el altar de los políticos corruptos que pueblan las listas cerradas del sistema. Hoy es un día grande, y se reflexiona de pie y no de rodillas ante los politicastros y mercaderes. !!Reflexión SI genuflexión NO ante ningún poder civil militar o religioso!”. Se va a Sol con su hijo de cinco años y una pancarta hecha por los dos. Yo estoy muerta de cansancio, no sé a qué hora me dormí ayer, pero voy para allá, porque estando allí, a pesar del calor, se me pasa el cansancio. Estar entre gente se ha convertido en un estimulante natural.

Antes de salir, miro mi bandeja de correo. Hay cientos de correos desatendidos. Cuelgo mis disculpas en fb: “Lo siento por todos los que me mandan correos requiriendo mi atención para otra cosa, ahora mismo no estoy para nada más, ni por tiempo, ni por energía, ni por espíritu, ni por interés, ni por nada de nada. Entre no descuidar a los míos, y no descuidar Sol (que también son los míos), tengo el cupo cubierto. Ya iré contestando a medida que pueda.”

Leo que ya hay unas 25.000 personas en sol. O., de nuevo: “Si estuviera el papa, teleespe estaría diciendo que son 2.500.000. “

En tomalaplaza veo que ayer se aprobó una lista de propuestas en la asamblea. Las leo. Me parece que derrochan sentido común, ni más ni menos.

Antes de salir, me ducho y recuerdo la canción de Kiko Veneno: “Y yo lucho, y yo lucho, y después siempre me ducho. Y si me ves andando por el techo, es que no estoy del todo satisfecho”. J.D.E. dice que he encontrado el himno que estábamos esperando. La canto a voz en grito bajo el agua.

Hay gente que me cuenta que leen poemas míos en distintas acampadas, sobre todo “Capitalismo”. Siempre que alguien me dice algo así me viene el título de la obra de Jane Austen: “Orgullo y prejuicio”. Orgullo y pudor, más bien.

Manuel y yo llegamos a Sol. El calor es hoy casi insoportable. Llevamos agua para beber pero la gastamos tirándonosla por la cabeza. Preguntamos en infraestructura qué es lo más urgente. Hielo. Pues claro. Se nos suma una mujer algo mayor que yo, que si nos importa que nos acompañe. Vamos los tres a buscar la tienda de chinos más cercana, que, por cierto, no está muy cerca, en una esquina de la plaza mayor. El chino nos mira con agradecimiento. Treinta euros de hielo, que pesan como un muerto recién sacado del refrigerador. Mientras los entregamos en alimentación, asistimos a una escena recurrente. Gente que se acerca para hacer donaciones de dinero. No se acepta dinero. Pienso que esa es una de las fortalezas del movimiento, y que es muy importante seguir manteniendo esa postura.

Nos encontramos con P., L. y su hija N. La pequeña está jugando en la guardería de Sol. Me recuerda a aquellas guarderías que organizábamos hace años en las casas okupadas. P. está alucinado porque su hija lleva su nombre y el número de teléfono de los padres en una pegatina sobre la camiseta. Dejamos a la nena y a su madre, y los tres nos vamos a una asamblea de política, que se celebra en las descalzas. Hay mucha gente y cierta tensión, porque es la jornada de reflexión y el tema de la asamblea no deja lugar a dudas. Al poco comienzan a llegar furgonas de la policía y a rodearnos. Me pongo nerviosa. Le digo a M. que teniendo dos crías a nuestro cargo no nos podemos dar el lujo de meternos en un lío y que nos detengan. Cómo se lo explico yo a los padres de la alemana. Así que salimos de la asamblea. Estoy mareada, seguramente estoy teniendo una bajada de tensión. Debemos de llevar tres o cuatro horas dando vueltas por la acampada. Nos vamos hacia casa, las chicas llegarán pronto. Al final han ido al parque de atracciones.

Vengo de Sol reventada, con dolor de piernas, mareada y con los hombros quemados. Pienso en cómo estarán los que se tiran allí días y días. Claro, que no tienen mi edad. Iniciamos el ritual: ordenadores encendidos, Canal33, cerveza, tabaco, todo a mano desde el sofá.

Como cada vez que vengo de Sol, siento la misma tensión entre realismo -cambios posibles- e ideas radicales, locas, arrebatadas. La misma tensión que noto allí, al leer los carteles. Reforma de la ley electoral frente a Abajo el capitalismo, para entendernos. Toda esa energía, todo ese gentío... es normal que a veces a una se le vaya la cabeza y piense lo que le gustaría: okupar los bancos, el parlamento, a la mierda todo este sistema generador de infelicidad, injusticia, insatisfacción. Luego, al leer las propuestas, la reforma de la ley electoral, impuestos a las sicav, etc... todo parece poco. Supongo que esa es la fuerza, o una de las fuerzas, del movimiento. Su realismo aglutinador. Pero me consta que eso deja insatisfechos a algunos, a los que también comprendo... Cuando reflexiono sobre todo esto, siento miedo, miedo de que esas tensiones, esos tiras y afloja, rompan la cuerda que ahora mismo sostenemos entre todos. Primero conseguir algo, luego a por otra cosa...
Intercambio correos electrónicos con Batania, y expresa algo que también pienso recurrentemente: no es lo que pueden hacer por nosotros, sino lo que nosotros podemos hacer sin ellos.

Revolución. La palabra es tan atractiva...A cuenta de un poema de Batania que dice “las fresas en mayo, las fresas en mayo” digo en fb “las revoluciones en mayo”. Pero cada vez que digo la palabra revolución me ruborizo. ¿Nos hemos ganado la palabra? Me doy cuenta también de que apenas sé nada sobre el mayo francés. Estos son días para aprender cosas. El mayo francés, pero también las implicaciones del voto en blanco. Tomamos conciencia de lo que hemos dado por supuesto. Hablamos y hablamos y yo pienso que eso es bueno. Pero también tengo miedo del hablar por hablar.

Parecemos vivir en el futuro. Como si hablar de derribar los poderes supusiera ya haberlos derribado. Cada vez que pienso esto siento el vértigo de vivir en un tiempo irreal. Todos tan educados, tan alegres... ¿como si hubiéramos llegado a algún lugar? Hemos estado tan solos que estar juntos es una victoria, pero ¿suficiente? ¿Valdrá el impulso?

Me llama gente: ¿Vienes a Sol? Digo que no, que vengo allí. De todas formas cada vez que voy a sol no encuentro a aquellos con los que he quedado y acabo encontrando a otros.

Se ha acabado la rutina. Yo era casera y salir de casa exigía un ritual, que ahora se ha acortado. Digo “me voy a Sol” y basta entonces con coger el bolso, percatarme de que llevo tabaco -mucho más importante que llevar dinero- y el dni.

Mañana habrá asamblea general en sol para decidir si se levanta la acampada. El debate arrecia entre mis amistades. Yo insisto en que hay que desvincularse de las elecciones -que no, que no nos representan-, pero de repente caigo en la cuenta de que yo no me estoy quedando. Sí, claro, el movimiento somos todos, pero no me siento autorizada moralmente para decirle a alguien que siga pasando calor, incomodidades, miedo quizás, en nombre de las ideas de todos. J.D. dice “Yo creo que es muy importante que siga sobre todo por un motivo: porque después de las elecciones llegan los de las tijeritas (estas cosas se hacen rápido, con la inercia electoral, con los gobiernos recién nombrados y los ciudadanos hartos de campañas chorras y de sociedad del espectáculo), y tenemos que estar ahí para decir atrévete moreno si tienes cojones. Si todo va como hasta ahora, no se van a atrever.”
C. me hace una observación: “¿Has visto lo que ha cambiado el cariz del muro de fb?” Pocos se arriesgan a hablar de otra cosa. En la tele, todo parece más antiguo y banal que nunca. Todo está pasando en el canal que enfoca Sol, aunque en la pantalla sólo se vea un trasegar de gente, voces ininteligibles por megafonía – es tarde, pero aún deben de estar recordando a la gente que beba agua y se proteja del sol bajo las carpas. A la voz la sustituyen los tambores: ha empezado la batucada. Qué rabia el cansancio. Si hubiera aguantado ahora estaría bailando. Parece algo lógico y sensato, parte de esta lucha: celebrar, bailar. “Defender la alegría, gestionar la rabia”. Mostrar y compartir la alegría en la calle se ha vuelto también revolucionario. Vuelvo a pensar que ojalá todo esto me hubiera pillado con veinte años. Pero quizá a los 20 era más conservadora que ahora. O quizá más ignorante, o más individualista. A los veinte trabajaba y estudiaba. Tenía menos amigos. La política había traído mucha tristeza y preocupación a mi casa. Desconfiaba más de la gente y de las ideas.

Apuntes de acampada sol. Por primera vez leo las observaciones de Amador Savater. Qué listo. Apuntes. Creo que no hay otra manera de captar lo que está sucediendo, más que a base de pinceladas impresionistas. Mientras lo leo caigo en la cuenta de que llevo ya una semana sin coger un libro. Otra rutina más que se ha volatilizado.

La acampada de Barcelona ha aprobado movilizaciones hasta, al menos, el 15 de junio.
Llegan las niñas. La alemana mira de reojo por la puerta del salón, donde como siempre están los ordenadores y la tele. Debe de pensar que trabajamos como corresponsales.

Islandia es un tema recurrente. No sé hasta qué punto la experiencia islandesa es trasladable a España. Pero como inspiración es más que suficiente. Llevada por la emoción, escribo: “Islandia, espéranos, que vamos de camino”. Alguien, más realista, supongo, contesta que: “Buscamos lo mismo, pero nosotros no somos como Islandia. Al menos aquí no nos reclaman una deuda de 40.000 euros por cabeza por culpa de que nuestro Gobierno dejó a nuestra banca en uno de los mayores monstruo de Europa, que arruinó a 300.000 ingleses y holandeses. Por otro lado, si nos lo reclamaran, seguramente no nos dejarían opinar en referéndum...” Yo insisto: “A mí, lo que más me gusta de Islandia, es que haya banqueros en la cárcel”. J. Vuelve a contestarme: “Sí, están en la cárcel, pero a costa de haber jodido al país a lo bestia, más que aquí. Lo que han hecho los islandeses es un ejemplo, pero también un aviso de que había que actuar mucho antes de llegar a eso.”
A. cierra el tema: “La lucha va a ser larga y animada. Si los islandeses, con 300.000 habitantes, tuvieron que tomar las calles durante 5 meses para derrocar al gobierno y plantear una nueva lógica parlamentaria, a cómo nos sale el kilo de lucha con 48M de habitantes en España?”
Pero yo estoy en modo consigna, no en el de análisis, y no sé qué contestar.

Me envía V. un montaje que ha hecho con un poema mío -Capitalismo- al que le ha puesto música de piano. Es precioso. Yo, sin embargo, he dejado de escribir y leer. Lo que obtengo de esto es una inspiración indirecta, una energía obsesiva y centrada en buscar información y transmitirla. Pienso en cómo afectan las neurosis de cada uno a la manera en que enfoca su apoyo, su utilidad. He descubierto que tengo vocación de antena. Es importante aunar utilidad y pasión, así todo nace más sincero y se vence al cansancio. Me gusta ser una antena.

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