martes, 20 de septiembre de 2011

20 de mayo



20 de mayo

Lo primero que hago cuando me siento delante del ordenador es localizar las necesidades de hoy en Sol: papel continuo, bridas, sillas plegables, pizarras blancas, mantas, sacos de dormir, comida, martillos, cuerda larga, menaje, papel higiénico, escobas, recogedores, alambre, transporte (dar teléfono), altavoces con amplificador integrado. Por favor, traedlos a Comunicación o Infraestructuras.
Quiero pensar que es una información de utilidad, porque me gusta, para variar, sentirme útil.

Sigue el humor involuntario: “El Gobierno pide paciencia a los jóvenes: En 30 años estaréis mejor.” Empiezo a pensar si no serán unos provocadores. Poco después, leo que Zapatero dice que las cosas se arreglan trabajando y votando. Por ahí sí que no paso. Ni trabajando ni votando hemos conseguido hasta ahora nada. Se lo dice alguien que trabaja y que ha votado (siempre con mala conciencia, por cierto.) Lo único que hemos conseguido trabajando y votando es estar hasta las narices de que nos tomen el pelo. Tengo la impresión de que la brecha entre ellos y nosotros sigue abriéndose. Como dice M.A.: o son más tontos o más cínicos de lo que nos pensábamos.
Zapatero remata la jugada afirmando: “Si tuviera 25 años, seguramente estaría en Sol”. Le contesto en fb: y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta.
Se me quitan las ganas hasta de argumentar.

Me escribe mi prima C., desde Stuttgart. Dice que allí no se cuenta nada en las noticias, que sigue todo lo que ocurre por lo que cuento y por los enlaces que subo. Ella, a su vez, lo transmite a todos sus amigos interesados (y a los que no lo están, también). Caigo en la cuenta de que nos hemos convertido en una especie de red de corresponsalías. No sólo es Sol, sino que me mantengo al día, gracias a los amigos y a través de la red, de las acampadas en otros lugares: Oviedo, Valencia, León,

Escribo esto en facebook: “Almodóvar dice que apoya el movimiento 15 M. Pues mire, señor Almodóvar, he tenido conocimiento de que ha volado usted a Cannes en un avión privado. Personalmente, ni necesito ni acepto su solidaridad. Gente como usted son parte del problema.”
Ha creado polémica. Leo algunas opiniones, y pienso si no me habré excedido, si no será hora de ponerse práctica y reconocer que el apoyo de ciertas figuras le viene bien al movimiento. Si no será lícito sumarse desde cualquier parte de la sociedad, incluso desde algunas más privilegiadas, si no seré injusta frente a cualquier forma de triunfo social, económico y cultural. Pero no puedo evitar cierto cabreo permanente con ellos: ¿qué han hecho antes de que la gente anónima saliera a la calle, ya desesperada? ¿Y después, en las manifestaciones, en las acampadas? ¿No llevan años defendiendo sobre todo sus derechos, sus privilegios y su nivel de vida frente a los de los demás? ¿Han dejado de estrechar la mano a los políticos, de recibir sus subvenciones, de asistir a sus premios y a sus fiestas, de lucir sus trajes caros, las joyas obscenas? No sé, pienso que aunque el éxito te haya llegado fruto del trabajo y la suerte, sin chanchullos, tiene que haber límites; el lujo y la ostentación, sin ir más lejos, me parecen obscenos. Me dicen en un comentario que yo también vivo en el lujo, si me comparo con un habitante de Mali o Sudán. Pues si lo mío es lujo, que no lo pongo en duda en esa comparación, imagina lo que es la vida de los que estoy criticando con respecto a ese mismo habitante de Mali. Si mi cama es un lujo, imagina su avión privado. Estoy cansada de esta supuesta complicidad con la pobreza y la injusticia en la que nos meten otros y que nos calla la boca por vergüenza. J. y D., a los que respeto profundamente porque siempre aprendo cuando debato con ellos, no están de acuerdo del todo conmigo. Y eso me hace dudar. Pero de lo que estoy convencida es de que “cultura” o “trabajador de la cultura” o términos por el estilo no son inocuos ni sagrados ni neutrales. Que por el mero hecho de disfrutar de la obra de alguien no tenemos que concederle nuestro favor o nuestro crédito sin fisuras. Que la admiración o la simpatía no eximen de la crítica. Sigo pensando.

Se acercan las elecciones y se va notando en el ambiente. Desde algunos sitios se empeñan en relacionar el movimiento con ellas; otros, incluso afines, piden que la acampada se levante después del 22. Personalmente, pienso que es un error que se relacione a una con las otras. Si la acampada se levanta el 22 o el 23 parecerá que todo se ha montado para presionar en las elecciones, como alguna de las teorías conspiranoicas proclama. Y quiero pensar que esto viene de lejos, y va a llegar más lejos aún. Si “lo llaman democracia y no lo es”, no sé que tiene que ver el movimiento con el simulacro del domingo. Dice Luis Amezaga: “A partir del domingo, sin interferencias, la indignación debería crecer”.

A mediodía leo: El ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, recibirá tras su salida abrupta del organismo, una indemnización de 250.000 dólares (unos 175.000 euros), además de una pensión vitalicia no especificada.
Después de esto... ¿hay todavía quien se pregunta el por qué de la indignación?

Vuelvo a ver la concentración en Sol a través de Internet. Ya no sé si reír, llorar, dar botes o meterme una ducha con agua fría. Escribo en facebook: Gracias, gracias, gracias.
Entiendo que algunas críticas y reflexiones de gente afín sólo intentan aprovechar la situación para dirigirla hacia algo mayor, más fuerte, efectivo. Pero hay momentos en los que el sentimiento puede con todo y las concentraciones son uno de esos momentos. Hace quince días quería darme la vuelta y meterme en la cama; la gente que me rodeaba en el metro sólo me parecían extraños robotizados. Así que ahora sólo puedo decir: Lo confieso: a las siete de la mañana yo he mirado a la gente en el metro con miedo, con desconfianza, con pena, con asco. Igual que me miraba a mí misma. Y nunca mais, nunca mais.
Y bajo nuestro cansancio y silencio, al parecer, muchos estábamos pensando en lo mismo y desconfiábamos de las versiones oficiales, leíamos los periódicos sabiendo que detrás de las cifras estaban I., A., C., M., gente con nombres y rostros y vidas que tenían que dejar su casa o trabajar doce horas o no trabajar nada. Quizá el movimiento sea manipulado o termine disgregándose; pero ahora mismo siento que mi mirada ha cambiado para siempre. Que siempre tendré el agradecimiento a mano. Que nunca podremos dejar de reflexionar juntos. Hoy me siento más culta y libre y acompañada que hace una semana.
14.0000 personas viendo Sol en stream. Una experiencia nueva sentirse parte de algo sin ni siquiera estar físicamente presente. Como si además de cuerpos hubiéramos pasado a tener almas, un alma común.
Los viernes, normalmente, estoy demasiado cansada de los madrugones y me acuesto pronto. Hoy se han acostado mi hija y la alemana, pero Manuel y yo seguimos con los ordenadores, los móviles, la televisión. Hay un canal, el Canal33, que hace unos días emitía el crecimiento de dos pollos de águila en Wisconsin (!!!), y que ahora enfoca continuamente hacia Sol. Sol está abarrotado, y la Red se suma, todo el mundo twitea, o está en facebook, o en todas partes. Hasta la ubicuidad parece posible. Nos llegan sms de amigos que están en Sol. Dicen que hoy han empezado a llegar cartas a Sol; la dirección es: Acampada Sol. Puerta del Sol, s/n. 28013 MADRID. En twitter: “La comisión de alimentación ofrece bocadillos y agua a la policía”. Ya es madrugada y seguimos conectados. M.A. escribe: ¿Cómo dormir cuando se está soñando?
La persona menos patriota que conozco -yo- escribe esto en fb: Qué país más extraño y hermoso... (Si alguien me hubiera dicho que iba a escribir esto un día, yo le hubiera contestado que qué mariguana más güena fuma). Manuel y yo nos abrazamos mientras me dice: “Nunca vuelvas a desconfiar de esta ciudad”. Estamos los dos llorando.
A las doce, por primera vez, el grito mudo. Silencio en respuesta a tantas humillaciones. ¿Se puede ser más elegante? P. R: me manda un verso del poeta nicaragüense Roque Dalton: "El águila no solo no caza moscas, sino que lo hace con la más silenciosa de las majestades".
Mientras me lavo los dientes, un grito resuena en mi cabeza: “La voz del pueblo no es ilegal”.

2 comentarios:

  1. Qué bien sabes transmitir todo lo que sentimos en esos días, y cómo eran y son las cosas. Desde luego no quiero que ningún privilegiado de la "cultura" me de abrazos, quiero que se pringue, que haga autocrítica y se ponga el último a de la fila a hacer carteles.

    Salud y revolución.

    ResponderEliminar
  2. oye ana, esto que estás haciendo es importantísimo. ni se te ocurra dejarlo, eh?

    ResponderEliminar