lunes, 6 de febrero de 2012

11, 12, 13 y 14 de junio

11 de junio

A través de L. O., poeta con la que compartí la mani del 15M, leo que “Los comerciantes de Sol (algunos) dice que en 3 semanas de acampada han perdido 30 mill €, es decir, 10 € a la semana. Esto daría que vienen ganando 520 mill € al año (de media y a ojímetro).” Ella añade: “¿Tienen estos millones declarados en Hacienda?"

Dice P: Desde 2004 los comercios de la zona han recibido 1,7 millones en concepto de ayudas de la Comunidad de Madrid, a sumar a esa cantidad, aparte de alumbrados navideños y acondicionamientos veraniegos a costa del Ayuntamiento. El representante de esta movida, un tal Ignacio Lario García, es presidente de ACOTEX, una patronal que agrupa en Madrid 800 empresas y 3000 puntos de venta. Fijan sueldos mensuales brutos de 600 euros para la categoría de "aprendiz". (Artículo "Los comercios de Sol, niños mimados de Aguirre" en diagonalperiodico.net... )

12 de junio

Ha llegado el día. Se levanta la acampada Sol. Desde que conocí la fecha, supe que hoy estaría allí; no sé para qué realmente, pero no me importa. Tengo que despedirme. Habitar, por última vez, la excepción; y sentir, curiosamente, que la excepción es más habitable, más “casa”, que la normalidad.

Puede ser que haya idealizado Sol. Yo sólo he pasado por allí, a mirar, escuchar, observar, ayudar muy puntualmente, siempre desde una posición de dentro-fuera. Yo no sé lo que ha sido dormir en el suelo; no he formado parte de ninguna comisión, así que desconozco gran parte de los problemas internos, de organización, que me consta que han existido. Yo sólo sé lo mucho que me gustaba llegar aquí, leer los carteles, mirar las caras de la gente, participar de una asamblea o una charla, ver repartir comida, agua, encontrarme con amigos, familiares, todos atraídos hacia esta posibilidad loca hecha realidad. Tomar las calles para el sentido común y la solidaridad. Expresar que si hemos aceptado lo imposible, cómo no vamos a soñar con lo posible.

Así que allá vamos mi hermana, mi hija y yo. Nos damos un paseo, como siempre, entre las tiendas, las estructuras. Ya hay gente trabajando en desmontar lonas, palos, todos trabajando diligentes, en buen ambiente, quizá, en algunos momentos, sutilmente solemnes y silenciosos. No quiero ceder a la nostalgia, no mientras todavía estamos allí y hay trabajo que hacer. Preguntamos. Unos chavales del grupo de archivo y documentación nos dicen que podemos ayudarles a retirar los carteles, las pegatinas que hay a lo largo y ancho de las vallas que rodean el edificio de Tío Pepe. Llevamos  dos bolsas: una para lo que sale más o menos entero y legible; la otra para basura. Se me antoja una tarea con bastante carga simbólica para un día de despedida. Es difícil no entretenerse leyendo consignas ya conocidas, algunas reinterpretadas, otras improvisadas, en papeles de todos los tamaños. Trabajamos en silencio, con guantes, la cabeza cubierta, concentrados como si fuera una labor que requiriera la precisión de un cirujano. Y lo cierto es que no es fácil arrancar los papeles conservándolos enteros, pero nos empeñamos; cada pegatina rota es un pequeño fracaso. Antes de meterlo en la bolsa correspondiente, lo leo todo; me río, me emociono, me sorprendo como siempre. Muchos están escritos a mano, con mala letra, urgente.

Nos encontramos con varios amigos, charlamos unos minutos y luego se desperdigan a la búsqueda de algo que aportar.

Mientras despego carteles, de repente se me ocurre por qué esto, por qué arrancarlos, por qué guardarlos, por qué archivarlos. ¿No será demasiado pronto, demasiado auto-consciente esta labor casi museística de conservar, guardar pruebas de todo, como si no nos lo termináramos de creer, como si tuviéramos que dejar constancia documental de que esto ha sucedido?  Lo pienso mientras sigo despegando y guardando, con reverencia hacia lo que cada papel significa, hacia la persona que estuvo allí y dejó su pensamiento, su rabia, su emoción... A veces pienso; otras me concentro como en un trabajo manual del colegio, arrobada por la precisión de la tarea.

No quiero dejarme llevar por la tristeza. Sol es una etapa y lo sé. Más que un espejismo compartido; más que el lugar al que mirar y decir “ay, qué locos fuimos”;  más bien el lugar en donde nos miramos y supimos que somos muchos más, mucho más que lo que nos dicen que somos. Un lugar para saber que la dignidad es algo que puede elegir ceder o no ceder. Nadie nos la otorga o nos la regala. Y mucho menos, los que carecen de ella, creyéndose por encima del resto.

13 de junio

Me alimento de noticias que siguen echando leña al fuego, como si lo necesitara:

- Un representante de la familia Rockefeller, el senador Jay Rockefeller, dice en una reunión del Congreso que “en realidad, casi hubiese sido mejor si nunca hubiéramos inventado Internet.”
- Accionistas de S&P y Moody´s se preparan para comprar barato en las privatizaciones.Tres fondos ligados a las agencias de rating suman 7.500 millones en deuda española, más rentable desde que se rebajó su calificación.
- Barberá acusa al movimiento del 15M de “cultivar marihuana.”La alcaldesa de Valencia ataca a los indignados al tiempo que defiende a los imputados por corrupción en el PP valenciano.

Y mientras, el movimiento se prepara para parar el primer desahucio en Madrid.


14 de junio

Mi amigo Gsús está colgando viñetas en su blog. La última dice: “La mayoría de las veces es en un cerdo donde se mete el dinero.”

El poeta F.Z. recita mi poema Capitalismo en la acampada de León.

El calificativo de “indignado” se cuela a menudo en los titulares. Yo dudo -el periodismo actual me ha hecho dudar- si se trata de una verdadera espiral de contagio o de una etiqueta que a los periodistas les resulta cómoda, llamativa. Como cuando sucede un accidente de avión, y los días siguientes, los periódicos y los telediarios registran el más mínimo incidente que tenga que ver con aviones o aeropuertos. O cuando un perro ataca a una persona y de repente, a tenor de las noticias, todos los perros parecen haberse vuelto psicópatas. Así que cuando leo que “La chispa de los indignados prende en “la fábrica del mundo” de China. Trabajadores inmigrantes se lanzan a las calles de Zengcheng tras ser apaladeada una joven”, no dudo de que los trabajadores chinos tengan tantas o más razones que nosotros para protestar -el infierno debe de ser muy parecido a una fábrica china. Pero dudo que la conexión sea tan fácil como la pintan.

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