domingo, 7 de agosto de 2011

16 de mayo


16 de mayo

Apenas he dormido. Tengo los ojos llenos de gente y me duele la cabeza -demasiadas cañas y demasiadas emociones. Cuando suena el despertador pienso que al menos hoy no tengo que llevar a Gara al colegio, así que puedo ir directamente al trabajo. Me siguen viniendo imágenes de ayer; aunque pasadas las horas, y con la resaca, suena insistente la pregunta que se quedó en el aire: Y ahora, ¿qué?

De camino al trabajo, consulto el facebook en el móvil. Alguien ha escrito que un grupo de gente decidió pasar la noche en Sol, debido a las detenciones tras los incidentes (25 personas detenidas). Gara me habló de ello, pero aún se me hace increíble, por lo que yo viví, que la manifestación terminara de forma violenta. De todas formas, no me gusta prejuzgar: violencia es una palabra comodín que se usa para demasiadas cosas (y de forma interesada, claro: nunca se usa para definir la violencia cotidiana, oficial, institucionalizada); dos personas pueden hacer parecer violentas a unos cuantos centenares; a menudo la violencia se manipula, es provocada desde fuera y hay muchos intereses para echar mierda encima de esta protesta. Por lo visto, la gente que se quedó a pasar la noche está allí reunida y ha decidido quedarse. Piden apoyo, aunque no se especifica de qué tipo.

Como no tengo que pasar por el colegio, me voy directa a Sol. Hay un grupo de unas veinte personas, reunidos en corro a la salida del gusano de cristal de Cercanías. Tienen aspecto de cansados, hablan muy serios, pidiendo turno, y alrededor hay unas cuantas personas como yo que se han ido acercando. Le pregunto al chaval que está a mi lado qué necesitan. Me mira un poco extrañado, como si le sacara de una película en la que está completamente metido, y contesta: “café, comida, mantas, agua, turnos de apoyo para que no nos desalojen.” “¿Cuánto tiempo vais a estar aquí?” “Hasta que suelten a los compañeros”.

Me voy a trabajar, y cuelgo en facebook la noticia y las necesidades que tienen en Sol. Nadie parece muy sorprendido. Comentamos la escasa repercusión que la mani de ayer ha tenido en la prensa y de nuevo compartimos la sensación de que la realidad oficial no tiene nada que ver con la nuestra. Algunos compañeros han empezado a colgar fotos de la mani. Entre volver a revivirla a través de las fotos y los comentarios, y la expectativa de que algo continúe gracias a los que se han quedado en Sol, la pregunta – y ahora, ¿qué?- se disuelve ligeramente en la cabeza. Leo en un artículo de titulado“Manifestación del 15M y el asco informativo” en el que se habla del vacío oficial respecto a la mani de ayer. Mi comentario: “Nada, nada, que sigan haciéndose los locos, que un día de estos se van a llevar un susto...” Sé que habla mi parte optimista, la que ayer se reconcilió y se sorprendió con la gente. Hay otra parte que, como siempre, me regaña: sabe que hablo desde el deseo, más que desde una perspectiva realista.

A media mañana leo que han detenido a Strauss-Kahn, director gerente del FMI, por intento de violación. Siento esa alegría turbia que provocan las noticias de detenciones de poderosos, cuando el motivo de su detención no son sus prácticas habituales, injustas pero dentro de la legalidad. Me fuerzo a lamentarlo por la mujer presuntamente violada, pero no puedo dejar de pensar en Al Capone, que finalmente fue a la cárcel por fraude fiscal. Si no funciona la justicia, que al menos funcione la justicia poética. Porque gracias al episodio de la presunta violación, sabemos que Strauss-Kahn se alojaba en una suite de no sé cuántos miles de dólares por noche. Qué obscenidad. Un amigo comenta en facebook: “Si este tipo era la esperanza de la izquierda, como será la de la derecha. Bueno, creo que ya lo sé”. Callejones sin salida.

A la salida compro embutido, queso, pan, fresas; no sé lo que voy a encontrarme en Sol, quizá la gente haya decidido ya volverse a sus casas, así que por si acaso compro comida que luego pueda aprovechar en casa. Y hago bien, porque al llegar allí, me encuentro con que el grupo ha crecido y que debajo de una manta guardan barras de pan, zumos, sandwiches, que les han ido llevando a lo largo de la mañana. Dos chicas muy jovencitas comen fruta y les insisto para que se queden con la compra que he hecho. “Pero se nos va a estropear, hace mucho calor y nos han traído muchas cosas”. “Quedaos al menos con el pan, está recién hecho”. Ellas aceptan sin parar de darme las gracias, pero cuando levantan la manta observo que tienen decenas de barras. Dejo también unas copias de los poemas que fotocopié para la manifestación. “Por si os aburrís”, les digo. Pero cuando empiezo a escuchar que quizá se queden hasta el día de las elecciones, pienso que no va a haber tiempo para el aburrimiento. Les va a hacer falta mucha organización, si es que les permiten quedarse. He visto algunas cámaras y micrófonos, pero no sé si es algo bueno o malo, porque temo por la manera de enfocar el tema que tengan los medios. Hay recogida de firmas -es como si la mañana hubiera durado días, o como si todo estuviera ya pensado de antes, tal es su grado de organización- y piden que no falte gente en ningún momento, para que sea más difícil el desalojo.
Me quedo dando vueltas un rato, aunque no sé muy bien qué hacer. Sin embargo, va llegando más y más gente, y no reconozco a ninguno de los chavales que vi esta mañana. Hay jóvenes y mayores en círculos, algunos sentados en sillas, cierta inquietud, o sensación de expectativa. Algo está pasando. Supongo que a todos nos cuesta desprendernos del nosotros, y queremos alargarlo.

Ya en casa, no me separo del ordenador. Las noticias se suceden a toda velocidad. Dicen que los acampados -no sé si el apelativo ha surgido de dentro o de fuera- se plantean estar en Sol hasta el día de las elecciones; ellos mismos, a través de las redes, van enumerando cuáles son sus necesidades; se suceden las acampadas en otras ciudades, en solidaridad con la de Madrid; a las 19 h., concentración de apoyo en Sol. La red está que hierve, mientras los medios están prácticamente callados. De repente, todos somos agencias de noticias que se van relevando, contestando, amplificando. Tengo la imagen de hombres y mujeres subidos a montañas desde las que se van gritando todas las novedades para llevarlas hasta lugares remotos.

Esta tarde se encuentra convocada en Madrid a las 19.00h de hoy una nueva concentración en la Puerta del Sol. Medio centenar de personas permanecen acampadas en nuestra "Plaza Tahrir" hasta las elecciones del domingo, en protesta por la absoluta degeneración democrática de las instituciones españolas, ante unas elecciones que repartirán de nuevo el pastel entre los sirvientes del poder económico que domina a los grandes partidos y medios de comunicación.

Cuando me acuesto, no sé si la concentración ha sido un éxito o no.

1 comentario:

  1. Dos frases destacaría: "Si no funciona la justicia, que al menos funcione la justicia poética" y "de repente, todos somos agencias de noticias". Me gusta leer esta crónica de los hechos, vistos desde la perspectiva.

    Un abrazo, Ana.

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