viernes, 19 de agosto de 2011

17 de mayo

17 de mayo

Día del homenaje poético a los Brigadistas. Vuelvo a tener la impresión de que cada vez que me creo ahíta, la realidad me pone un nuevo plato delante para que me dé cuenta de que aún me cabe más. Es la primera vez en mi vida que organizo un evento poético, !y tiene que ser éste!, uno en el que están involucrados el ateneo, la asociación de amigos de los brigadistas y más de cuarenta poetas, y que me hace sentirme hiperresponsable por todo lo que representa.
Y está Sol. Todo lo demás está empezando a cobrar una importancia relativa, sabiendo que ese nosotros que empezó en la mani de un modo difuso pero real, sigue gracias a los que permanecen en Sol. Todas las conversaciones acaban y empiezan con Sol. Leo en algún sitio que esto se ha convertido en “la manifestación interminable”. Esa es la gran contradicción: una manifestación es un evento, algo extraordinario... pero ¿qué es algo inusual que se perpetúa en el tiempo? ¿Algo que, además, ocurre de este lado de la realidad, del nuestro, ese que está condenado a la rutina, a la falta de sustancia, de presencia...? ¿Un estado de excepción provocado por nosotros? Es tan extraño que una quiere pensarlo pero sólo puede sentirlo. Como una borrachera que se alarga y no termina de desembocar en resaca.

Algo más me obsesiona hoy. Hace días leí un artículo que hablaba de las consecuencias e implicaciones del voto blanco, el voto nulo, la abstención... y soy incapaz de encontrarlo. Pido ayuda en facebook. Me he dado cuenta de que son demasiadas las cosas que acostumbro a dar por hecho. Como novedad, también circula por internet la lista de políticos imputados que se presenta a las próximas elecciones.

A media mañana, empieza a difundirse la foto de la detención de un manifestante en la calle Preciados. Lo curioso es que uno de los policías que le sujetan lleva pañuelo palestino y sudadera con capucha. El cabreo es generalizado. No es que nos vayamos a caer de un guindo y descubrir ahora la práctica de infiltrar secretas.... pero las dudas sobre quién comenzó los incidentes arrecian, y también la indignación, porque esa foto no abrirá los informativos de todas las cadenas, como debería ser para que a alguna gente se le cayera la venda de los ojos.

De camino al ateneo, siento los nervios, la responsabilidad, la ilusión, en un cocktail inflamable. Sé que este acto de homenaje está conectado con lo que está sucediendo -recuperar la ilusión, la lucha, reclamar palabras que parecían vacías hasta hace nada- pero también siento que estoy “secuestrando” a los poetas que se han comprometido a acudir, porque gran parte de ellos querrían estar en Sol. De hecho algunos, cuando se acercan a saludarme, me piden perdón porque, nada más terminar su lectura, van a salir disparados hacia allí. El acto de por sí resulta emotivo, pero lo es aún más pensando lo que está sucediendo a apenas unos centenares de metros. Cuando Sebastián Fiorilli lee los últimos versos de Che, un poema de Humberto Constantini- “A lo mejor es rebelión/y está viniendo”-, un escalofrío recorre la sala.

A la salida sé bien que esta será otra de esas noches en las que mi cabeza está llena de imágenes, ideas, gente, emociones, que no me dejarán dormir. Me da rabia porque quiero estar bien despierta cada mañana y no perderme nada de lo que está sucediendo. Para colmo, mañana llega a casa una estudiante de intercambio alemana. Pienso en cómo explicarle todo esto, si entenderá algo, si nos mirará como a pirados. Aunque lo que más me preocupa es cómo voy a organizarme el tiempo para atenderla y no descuidar lo que me interesa.

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