lunes, 26 de septiembre de 2011

21 de mayo


21 de mayo

Es curioso, paso tan poco por casa que está sucia y desordenada y sin embargo cada vez que voy a Sol me invade el olor a lejía, hay brigadas de limpieza que no paran de barrer, fregar y frotar el suelo.

Ayer cuando salí de trabajar, me fui a Sol, volví a casa a buscar a mi hija y a la alemana, llevé a la alemana al teleférico, a mi hija a su clase de breakdance, me fui a sol durante la clase, regresé a buscarla, teníamos aún un rato hasta la cita con la alemana, así que volvimos a Sol, y luego de nuevo al teleférico y por fin a casa. Soy como una polilla atraída hacia la luz.

Hoy, sábado, decido ir de nuevo. Antes de salir, veo por el ordenador que a las doce del mediodía está ya lleno, seguro que mucha gente sigue allí desde anoche. Un amigo me dice que tiene una hija acampada en Sol y otra en Cáceres. Se lo cuento a Gara y me mira con toda la impotencia de sus catorce años. La alemana me dice que quiere ir de compras con sus otras compañeras por Sol. Le digo que no me parece buena idea. La gente es pacífica,le explico, pero hay mucha policía, y además es fácil perderse. Hoy es jornada de reflexión, y todo es un poco más imprevisible. Al final logro convencerla para que vayan a un centro comercial. Me siento un poco traidora, pero soy responsable de ella, y no creo que sus padres entendieran cualquier problema que surgiera hoy.

O., en facebook: “Lo llaman "día de reflexión" pero en realidad era, hasta hoy, una jornada de "Genuflexión" ante el altar de los políticos corruptos que pueblan las listas cerradas del sistema. Hoy es un día grande, y se reflexiona de pie y no de rodillas ante los politicastros y mercaderes. !!Reflexión SI genuflexión NO ante ningún poder civil militar o religioso!”. Se va a Sol con su hijo de cinco años y una pancarta hecha por los dos. Yo estoy muerta de cansancio, no sé a qué hora me dormí ayer, pero voy para allá, porque estando allí, a pesar del calor, se me pasa el cansancio. Estar entre gente se ha convertido en un estimulante natural.

Antes de salir, miro mi bandeja de correo. Hay cientos de correos desatendidos. Cuelgo mis disculpas en fb: “Lo siento por todos los que me mandan correos requiriendo mi atención para otra cosa, ahora mismo no estoy para nada más, ni por tiempo, ni por energía, ni por espíritu, ni por interés, ni por nada de nada. Entre no descuidar a los míos, y no descuidar Sol (que también son los míos), tengo el cupo cubierto. Ya iré contestando a medida que pueda.”

Leo que ya hay unas 25.000 personas en sol. O., de nuevo: “Si estuviera el papa, teleespe estaría diciendo que son 2.500.000. “

En tomalaplaza veo que ayer se aprobó una lista de propuestas en la asamblea. Las leo. Me parece que derrochan sentido común, ni más ni menos.

Antes de salir, me ducho y recuerdo la canción de Kiko Veneno: “Y yo lucho, y yo lucho, y después siempre me ducho. Y si me ves andando por el techo, es que no estoy del todo satisfecho”. J.D.E. dice que he encontrado el himno que estábamos esperando. La canto a voz en grito bajo el agua.

Hay gente que me cuenta que leen poemas míos en distintas acampadas, sobre todo “Capitalismo”. Siempre que alguien me dice algo así me viene el título de la obra de Jane Austen: “Orgullo y prejuicio”. Orgullo y pudor, más bien.

Manuel y yo llegamos a Sol. El calor es hoy casi insoportable. Llevamos agua para beber pero la gastamos tirándonosla por la cabeza. Preguntamos en infraestructura qué es lo más urgente. Hielo. Pues claro. Se nos suma una mujer algo mayor que yo, que si nos importa que nos acompañe. Vamos los tres a buscar la tienda de chinos más cercana, que, por cierto, no está muy cerca, en una esquina de la plaza mayor. El chino nos mira con agradecimiento. Treinta euros de hielo, que pesan como un muerto recién sacado del refrigerador. Mientras los entregamos en alimentación, asistimos a una escena recurrente. Gente que se acerca para hacer donaciones de dinero. No se acepta dinero. Pienso que esa es una de las fortalezas del movimiento, y que es muy importante seguir manteniendo esa postura.

Nos encontramos con P., L. y su hija N. La pequeña está jugando en la guardería de Sol. Me recuerda a aquellas guarderías que organizábamos hace años en las casas okupadas. P. está alucinado porque su hija lleva su nombre y el número de teléfono de los padres en una pegatina sobre la camiseta. Dejamos a la nena y a su madre, y los tres nos vamos a una asamblea de política, que se celebra en las descalzas. Hay mucha gente y cierta tensión, porque es la jornada de reflexión y el tema de la asamblea no deja lugar a dudas. Al poco comienzan a llegar furgonas de la policía y a rodearnos. Me pongo nerviosa. Le digo a M. que teniendo dos crías a nuestro cargo no nos podemos dar el lujo de meternos en un lío y que nos detengan. Cómo se lo explico yo a los padres de la alemana. Así que salimos de la asamblea. Estoy mareada, seguramente estoy teniendo una bajada de tensión. Debemos de llevar tres o cuatro horas dando vueltas por la acampada. Nos vamos hacia casa, las chicas llegarán pronto. Al final han ido al parque de atracciones.

Vengo de Sol reventada, con dolor de piernas, mareada y con los hombros quemados. Pienso en cómo estarán los que se tiran allí días y días. Claro, que no tienen mi edad. Iniciamos el ritual: ordenadores encendidos, Canal33, cerveza, tabaco, todo a mano desde el sofá.

Como cada vez que vengo de Sol, siento la misma tensión entre realismo -cambios posibles- e ideas radicales, locas, arrebatadas. La misma tensión que noto allí, al leer los carteles. Reforma de la ley electoral frente a Abajo el capitalismo, para entendernos. Toda esa energía, todo ese gentío... es normal que a veces a una se le vaya la cabeza y piense lo que le gustaría: okupar los bancos, el parlamento, a la mierda todo este sistema generador de infelicidad, injusticia, insatisfacción. Luego, al leer las propuestas, la reforma de la ley electoral, impuestos a las sicav, etc... todo parece poco. Supongo que esa es la fuerza, o una de las fuerzas, del movimiento. Su realismo aglutinador. Pero me consta que eso deja insatisfechos a algunos, a los que también comprendo... Cuando reflexiono sobre todo esto, siento miedo, miedo de que esas tensiones, esos tiras y afloja, rompan la cuerda que ahora mismo sostenemos entre todos. Primero conseguir algo, luego a por otra cosa...
Intercambio correos electrónicos con Batania, y expresa algo que también pienso recurrentemente: no es lo que pueden hacer por nosotros, sino lo que nosotros podemos hacer sin ellos.

Revolución. La palabra es tan atractiva...A cuenta de un poema de Batania que dice “las fresas en mayo, las fresas en mayo” digo en fb “las revoluciones en mayo”. Pero cada vez que digo la palabra revolución me ruborizo. ¿Nos hemos ganado la palabra? Me doy cuenta también de que apenas sé nada sobre el mayo francés. Estos son días para aprender cosas. El mayo francés, pero también las implicaciones del voto en blanco. Tomamos conciencia de lo que hemos dado por supuesto. Hablamos y hablamos y yo pienso que eso es bueno. Pero también tengo miedo del hablar por hablar.

Parecemos vivir en el futuro. Como si hablar de derribar los poderes supusiera ya haberlos derribado. Cada vez que pienso esto siento el vértigo de vivir en un tiempo irreal. Todos tan educados, tan alegres... ¿como si hubiéramos llegado a algún lugar? Hemos estado tan solos que estar juntos es una victoria, pero ¿suficiente? ¿Valdrá el impulso?

Me llama gente: ¿Vienes a Sol? Digo que no, que vengo allí. De todas formas cada vez que voy a sol no encuentro a aquellos con los que he quedado y acabo encontrando a otros.

Se ha acabado la rutina. Yo era casera y salir de casa exigía un ritual, que ahora se ha acortado. Digo “me voy a Sol” y basta entonces con coger el bolso, percatarme de que llevo tabaco -mucho más importante que llevar dinero- y el dni.

Mañana habrá asamblea general en sol para decidir si se levanta la acampada. El debate arrecia entre mis amistades. Yo insisto en que hay que desvincularse de las elecciones -que no, que no nos representan-, pero de repente caigo en la cuenta de que yo no me estoy quedando. Sí, claro, el movimiento somos todos, pero no me siento autorizada moralmente para decirle a alguien que siga pasando calor, incomodidades, miedo quizás, en nombre de las ideas de todos. J.D. dice “Yo creo que es muy importante que siga sobre todo por un motivo: porque después de las elecciones llegan los de las tijeritas (estas cosas se hacen rápido, con la inercia electoral, con los gobiernos recién nombrados y los ciudadanos hartos de campañas chorras y de sociedad del espectáculo), y tenemos que estar ahí para decir atrévete moreno si tienes cojones. Si todo va como hasta ahora, no se van a atrever.”
C. me hace una observación: “¿Has visto lo que ha cambiado el cariz del muro de fb?” Pocos se arriesgan a hablar de otra cosa. En la tele, todo parece más antiguo y banal que nunca. Todo está pasando en el canal que enfoca Sol, aunque en la pantalla sólo se vea un trasegar de gente, voces ininteligibles por megafonía – es tarde, pero aún deben de estar recordando a la gente que beba agua y se proteja del sol bajo las carpas. A la voz la sustituyen los tambores: ha empezado la batucada. Qué rabia el cansancio. Si hubiera aguantado ahora estaría bailando. Parece algo lógico y sensato, parte de esta lucha: celebrar, bailar. “Defender la alegría, gestionar la rabia”. Mostrar y compartir la alegría en la calle se ha vuelto también revolucionario. Vuelvo a pensar que ojalá todo esto me hubiera pillado con veinte años. Pero quizá a los 20 era más conservadora que ahora. O quizá más ignorante, o más individualista. A los veinte trabajaba y estudiaba. Tenía menos amigos. La política había traído mucha tristeza y preocupación a mi casa. Desconfiaba más de la gente y de las ideas.

Apuntes de acampada sol. Por primera vez leo las observaciones de Amador Savater. Qué listo. Apuntes. Creo que no hay otra manera de captar lo que está sucediendo, más que a base de pinceladas impresionistas. Mientras lo leo caigo en la cuenta de que llevo ya una semana sin coger un libro. Otra rutina más que se ha volatilizado.

La acampada de Barcelona ha aprobado movilizaciones hasta, al menos, el 15 de junio.
Llegan las niñas. La alemana mira de reojo por la puerta del salón, donde como siempre están los ordenadores y la tele. Debe de pensar que trabajamos como corresponsales.

Islandia es un tema recurrente. No sé hasta qué punto la experiencia islandesa es trasladable a España. Pero como inspiración es más que suficiente. Llevada por la emoción, escribo: “Islandia, espéranos, que vamos de camino”. Alguien, más realista, supongo, contesta que: “Buscamos lo mismo, pero nosotros no somos como Islandia. Al menos aquí no nos reclaman una deuda de 40.000 euros por cabeza por culpa de que nuestro Gobierno dejó a nuestra banca en uno de los mayores monstruo de Europa, que arruinó a 300.000 ingleses y holandeses. Por otro lado, si nos lo reclamaran, seguramente no nos dejarían opinar en referéndum...” Yo insisto: “A mí, lo que más me gusta de Islandia, es que haya banqueros en la cárcel”. J. Vuelve a contestarme: “Sí, están en la cárcel, pero a costa de haber jodido al país a lo bestia, más que aquí. Lo que han hecho los islandeses es un ejemplo, pero también un aviso de que había que actuar mucho antes de llegar a eso.”
A. cierra el tema: “La lucha va a ser larga y animada. Si los islandeses, con 300.000 habitantes, tuvieron que tomar las calles durante 5 meses para derrocar al gobierno y plantear una nueva lógica parlamentaria, a cómo nos sale el kilo de lucha con 48M de habitantes en España?”
Pero yo estoy en modo consigna, no en el de análisis, y no sé qué contestar.

Me envía V. un montaje que ha hecho con un poema mío -Capitalismo- al que le ha puesto música de piano. Es precioso. Yo, sin embargo, he dejado de escribir y leer. Lo que obtengo de esto es una inspiración indirecta, una energía obsesiva y centrada en buscar información y transmitirla. Pienso en cómo afectan las neurosis de cada uno a la manera en que enfoca su apoyo, su utilidad. He descubierto que tengo vocación de antena. Es importante aunar utilidad y pasión, así todo nace más sincero y se vence al cansancio. Me gusta ser una antena.

martes, 20 de septiembre de 2011

20 de mayo



20 de mayo

Lo primero que hago cuando me siento delante del ordenador es localizar las necesidades de hoy en Sol: papel continuo, bridas, sillas plegables, pizarras blancas, mantas, sacos de dormir, comida, martillos, cuerda larga, menaje, papel higiénico, escobas, recogedores, alambre, transporte (dar teléfono), altavoces con amplificador integrado. Por favor, traedlos a Comunicación o Infraestructuras.
Quiero pensar que es una información de utilidad, porque me gusta, para variar, sentirme útil.

Sigue el humor involuntario: “El Gobierno pide paciencia a los jóvenes: En 30 años estaréis mejor.” Empiezo a pensar si no serán unos provocadores. Poco después, leo que Zapatero dice que las cosas se arreglan trabajando y votando. Por ahí sí que no paso. Ni trabajando ni votando hemos conseguido hasta ahora nada. Se lo dice alguien que trabaja y que ha votado (siempre con mala conciencia, por cierto.) Lo único que hemos conseguido trabajando y votando es estar hasta las narices de que nos tomen el pelo. Tengo la impresión de que la brecha entre ellos y nosotros sigue abriéndose. Como dice M.A.: o son más tontos o más cínicos de lo que nos pensábamos.
Zapatero remata la jugada afirmando: “Si tuviera 25 años, seguramente estaría en Sol”. Le contesto en fb: y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta.
Se me quitan las ganas hasta de argumentar.

Me escribe mi prima C., desde Stuttgart. Dice que allí no se cuenta nada en las noticias, que sigue todo lo que ocurre por lo que cuento y por los enlaces que subo. Ella, a su vez, lo transmite a todos sus amigos interesados (y a los que no lo están, también). Caigo en la cuenta de que nos hemos convertido en una especie de red de corresponsalías. No sólo es Sol, sino que me mantengo al día, gracias a los amigos y a través de la red, de las acampadas en otros lugares: Oviedo, Valencia, León,

Escribo esto en facebook: “Almodóvar dice que apoya el movimiento 15 M. Pues mire, señor Almodóvar, he tenido conocimiento de que ha volado usted a Cannes en un avión privado. Personalmente, ni necesito ni acepto su solidaridad. Gente como usted son parte del problema.”
Ha creado polémica. Leo algunas opiniones, y pienso si no me habré excedido, si no será hora de ponerse práctica y reconocer que el apoyo de ciertas figuras le viene bien al movimiento. Si no será lícito sumarse desde cualquier parte de la sociedad, incluso desde algunas más privilegiadas, si no seré injusta frente a cualquier forma de triunfo social, económico y cultural. Pero no puedo evitar cierto cabreo permanente con ellos: ¿qué han hecho antes de que la gente anónima saliera a la calle, ya desesperada? ¿Y después, en las manifestaciones, en las acampadas? ¿No llevan años defendiendo sobre todo sus derechos, sus privilegios y su nivel de vida frente a los de los demás? ¿Han dejado de estrechar la mano a los políticos, de recibir sus subvenciones, de asistir a sus premios y a sus fiestas, de lucir sus trajes caros, las joyas obscenas? No sé, pienso que aunque el éxito te haya llegado fruto del trabajo y la suerte, sin chanchullos, tiene que haber límites; el lujo y la ostentación, sin ir más lejos, me parecen obscenos. Me dicen en un comentario que yo también vivo en el lujo, si me comparo con un habitante de Mali o Sudán. Pues si lo mío es lujo, que no lo pongo en duda en esa comparación, imagina lo que es la vida de los que estoy criticando con respecto a ese mismo habitante de Mali. Si mi cama es un lujo, imagina su avión privado. Estoy cansada de esta supuesta complicidad con la pobreza y la injusticia en la que nos meten otros y que nos calla la boca por vergüenza. J. y D., a los que respeto profundamente porque siempre aprendo cuando debato con ellos, no están de acuerdo del todo conmigo. Y eso me hace dudar. Pero de lo que estoy convencida es de que “cultura” o “trabajador de la cultura” o términos por el estilo no son inocuos ni sagrados ni neutrales. Que por el mero hecho de disfrutar de la obra de alguien no tenemos que concederle nuestro favor o nuestro crédito sin fisuras. Que la admiración o la simpatía no eximen de la crítica. Sigo pensando.

Se acercan las elecciones y se va notando en el ambiente. Desde algunos sitios se empeñan en relacionar el movimiento con ellas; otros, incluso afines, piden que la acampada se levante después del 22. Personalmente, pienso que es un error que se relacione a una con las otras. Si la acampada se levanta el 22 o el 23 parecerá que todo se ha montado para presionar en las elecciones, como alguna de las teorías conspiranoicas proclama. Y quiero pensar que esto viene de lejos, y va a llegar más lejos aún. Si “lo llaman democracia y no lo es”, no sé que tiene que ver el movimiento con el simulacro del domingo. Dice Luis Amezaga: “A partir del domingo, sin interferencias, la indignación debería crecer”.

A mediodía leo: El ex director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, recibirá tras su salida abrupta del organismo, una indemnización de 250.000 dólares (unos 175.000 euros), además de una pensión vitalicia no especificada.
Después de esto... ¿hay todavía quien se pregunta el por qué de la indignación?

Vuelvo a ver la concentración en Sol a través de Internet. Ya no sé si reír, llorar, dar botes o meterme una ducha con agua fría. Escribo en facebook: Gracias, gracias, gracias.
Entiendo que algunas críticas y reflexiones de gente afín sólo intentan aprovechar la situación para dirigirla hacia algo mayor, más fuerte, efectivo. Pero hay momentos en los que el sentimiento puede con todo y las concentraciones son uno de esos momentos. Hace quince días quería darme la vuelta y meterme en la cama; la gente que me rodeaba en el metro sólo me parecían extraños robotizados. Así que ahora sólo puedo decir: Lo confieso: a las siete de la mañana yo he mirado a la gente en el metro con miedo, con desconfianza, con pena, con asco. Igual que me miraba a mí misma. Y nunca mais, nunca mais.
Y bajo nuestro cansancio y silencio, al parecer, muchos estábamos pensando en lo mismo y desconfiábamos de las versiones oficiales, leíamos los periódicos sabiendo que detrás de las cifras estaban I., A., C., M., gente con nombres y rostros y vidas que tenían que dejar su casa o trabajar doce horas o no trabajar nada. Quizá el movimiento sea manipulado o termine disgregándose; pero ahora mismo siento que mi mirada ha cambiado para siempre. Que siempre tendré el agradecimiento a mano. Que nunca podremos dejar de reflexionar juntos. Hoy me siento más culta y libre y acompañada que hace una semana.
14.0000 personas viendo Sol en stream. Una experiencia nueva sentirse parte de algo sin ni siquiera estar físicamente presente. Como si además de cuerpos hubiéramos pasado a tener almas, un alma común.
Los viernes, normalmente, estoy demasiado cansada de los madrugones y me acuesto pronto. Hoy se han acostado mi hija y la alemana, pero Manuel y yo seguimos con los ordenadores, los móviles, la televisión. Hay un canal, el Canal33, que hace unos días emitía el crecimiento de dos pollos de águila en Wisconsin (!!!), y que ahora enfoca continuamente hacia Sol. Sol está abarrotado, y la Red se suma, todo el mundo twitea, o está en facebook, o en todas partes. Hasta la ubicuidad parece posible. Nos llegan sms de amigos que están en Sol. Dicen que hoy han empezado a llegar cartas a Sol; la dirección es: Acampada Sol. Puerta del Sol, s/n. 28013 MADRID. En twitter: “La comisión de alimentación ofrece bocadillos y agua a la policía”. Ya es madrugada y seguimos conectados. M.A. escribe: ¿Cómo dormir cuando se está soñando?
La persona menos patriota que conozco -yo- escribe esto en fb: Qué país más extraño y hermoso... (Si alguien me hubiera dicho que iba a escribir esto un día, yo le hubiera contestado que qué mariguana más güena fuma). Manuel y yo nos abrazamos mientras me dice: “Nunca vuelvas a desconfiar de esta ciudad”. Estamos los dos llorando.
A las doce, por primera vez, el grito mudo. Silencio en respuesta a tantas humillaciones. ¿Se puede ser más elegante? P. R: me manda un verso del poeta nicaragüense Roque Dalton: "El águila no solo no caza moscas, sino que lo hace con la más silenciosa de las majestades".
Mientras me lavo los dientes, un grito resuena en mi cabeza: “La voz del pueblo no es ilegal”.

viernes, 9 de septiembre de 2011

19 de mayo

19 de mayo

Se van sumando otras concentraciones en apoyo: Atenas, Berlín... Hoy llega la alemana; espero que haya oído hablar de esto previamente en su país. Me sigue preocupando cómo explicarle esto a una niña de catorce años, de familia acomodada, que llega a una casa en la que constantemente hay tres ordenadores y la televisión encendida, a la búsqueda de canales que hablen de Sol.

En el curro me siento más que nunca una fiera enjaulada. Hago mi trabajo a toda prisa, concentrándome para no equivocarme, y a ratos sueltos, o en la media hora del desayuno, me dedico a rastrear información que luego cuelgo y reenvío: en Sol hacen falta palés para aislarse del suelo mojado; calcetines; relevos. Por un lado eso me conecta con Sol, de donde cuesta salir tanto física como emocionalmente; por otro, he encontrado la manera de sentirme, en cierta forma al menos, útil; alejo la culpabilidad que he vivido en situaciones parecidas -¿ha habido situaciones parecidas? Bueno, cuando tenía amigos en el movimiento okupa, hace más de quince años, y yo estaba ya obligada por los horarios, por el trabajo, por mi bebé o por mi cobardía y resistencia al compromiso absoluto a hacer labores de apoyo, invitarles a comer, a ducharse, a usar mi ordenador, pero nunca me situaba en primera fila. Batania me dice que el movimiento está claramente impulsado por la energía de los jóvenes; él, unos años menor que yo, rozando la cuarentena, dice que está fascinado por ese impulso y describe su papel como “generador de entusiasmo”. En mis momentos más optimistas y menos autoexigentes, me gusta verme a mí misma así también. Pero la verdad es que cuando alguien me agradece lo que estoy haciendo, siento cierto pudor, porque sigue pareciéndome poco.
Sin embargo, está la sensación de que todos sumamos. En varias ocasiones, “la policía ha comunicado a las autoridades la imposibilidad de disolver a los asistentes por el elevado número de personas en la plaza”. Parece que nadie es más importante que nadie y eso eleva la importancia del nosotros.


Arrecian estos días las críticas a la falta de propuestas, de líderes, las dudas sobre quién está detrás del movimiento, cuáles son sus motivaciones... Pero, ¿de verdad hay que explicarlas? Tengo la impresión de que los que quieren que expliquemos lo obvio, sólo van a la caza de contradicciones y resquicios para manipular como siempre. Tengo amigos alrededor que se sienten parte del 15M, pero que también dan muestras de impaciencia. Yo quiero mantener la fe, al menos alargarla un poco más. En la primera asamblea a la que asistí, un chaval de poco más de veinte años, insistía en que la prisa era una imposición que venía desde fuera, en que nosotros estamos aprendiendo y que necesitamos marcar nuestro ritmo. Resulta contradictorio que sean los jóvenes de veinte años los que nos digan que la prisa es mala consejera. ¿Contradictorio? Quizá seamos los más mayores los que estamos más presos de la rutina del estrés, los más impacientes, los que más necesitamos que el tiempo corra rápido.

Las teorías conspiranoicas arrecian. Estaban tardando los de siempre. César Vidal relaciona a los acampados con ETA y grupos radicales. Esto despierta hilaridad entre mis amigos de fb. J. D. dice confesar que como no encontraba trabajo por ninguna parte, él, efectivamente, llegó a mandar su C.V. a ETA, pero no le habían contestado aún. Estaban muy ocupados organizando las acampadas, le contesto yo. El otro día, en Sol, al pasar detrás de un corresponsal de Intereconomía, le felicité por sus grandes programas de humor. Pero el caso es que yo los aguanto con mucha dificultad. La sonrisa se me congela. Mee consta que entre mis amigos son muchos los que ven la cadena y prefieren estar informados de por dónde se anda esta gentuza. Yo no tengo estómago. Desde El Jueves contestan que “Eta pagó a los acampados en Sol por hacer que España perdiera Eurovisión”. Hay que tener cuidado estos días con el humor. Cuelgas algo serio y siempre hay alguien que lo toma por un chiste; y al revés. Algunos comentaristas se han puesto tan delirantes que Faemino y Cansado a su lado hacen realismo costumbrista.


O. me deja en el facebook unas frases del escritor Alejandro Sawa, que parecen hablar de estos días:
!A la calle, a la batalla, a luchar con fantasmas! Pero son calles en que al andar se pisan corazones, y son fantasmas que ocultan bajo sus túnicas de niebla puñales y amuletos contra la dicha humana.


A las dos vuelvo a Sol. Se hace casi imposible no ir por allí al menos una vez al día. Cada vez hay más carpas y estructuras. Veo caras de agotamiento pero ningún signo de rendición; la ilusión y la amabilidad de los que permanecen allí siempre me abruman. A través del móvil, cuelgo las necesidades de hoy: cubos, fregonas, escobas, clavos, mantas, sacos, tiendas, pales, esterillas, tijeras, cuter, escalera, nevera, comida, metro, tablas, candados.
Sol va tomando cada vez más el aspecto de una pequeña ciudad autosuficiente. Las salidas del metro y de la estación de Cercanías están cubiertas por las pancartas que la gente va escribiendo de forma espontánea, a medida que se acercan por allí. Unas son más idealistas y hippies, otras más radicales o más concretas. Tengo miedo de que en algún momento empiecen a ser contradictorias entre sí, pero de momento, parece que todas suman perspectivas. Es el enemigo lo que nos une, lo que nos pone a todos del mismo lado. Pero a veces siento el vértigo del primer día, después de la mani: el ¿y ahora qué?
Lo primero que he visto hoy, al salir del metro, ha sido una cola de indigentes frente al puesto de comida de los acampados. Momento emocionante. ¿Cuándo se ha ocupado de ellos el ayuntamiento, cuándo les han tratado con tanta dignidad y amabilidad?

Llevo tres días comiendo bocadillos, y una vez más no tengo tiempo de pasarme por casa. Tengo que ir al aeropuerto a recoger a la alemana. En el metro mi hija y yo intentamos resumirle lo que pasa en Sol. No sé si no entiende mucho, o no le interesa, sólo sonríe y afirma educadamente cuando le digo que estamos hartos de los políticos, que aquí en España hay muchos corruptos -ladrones, aclaro, para que me entienda. Me pregunto lo que pensará al ver la habitación de mi hija, decorada con caretas de Anonymous, llamamientos a la mani del 15M y proclamas anarquistas. Ella parece preocupada sobre todo por la peligrosidad de las montañas rusas del Parque de Atracciones.

En Soltv se puede seguir lo que pasa en Sol en directo. Pongo el portátil en el salón, subo el volumen y Sol se oye por toda la casa. A pesar de la prohibición de la junta electoral, a las ocho de la tarde se ve lleno. Tengo la carne de gallina. No puedo quitar los ojos de la pantalla. Hay algo hipnotizante en la visión de gente que se reúne, que va llegando por las calles adyacentes hasta taponarlas. En las noticias, cada día, hay un motivo más para salir a la calle:
La reaseguradora alemana Munich Re ha admitido que directivos de una de sus filiales celebraron una fiesta en junio de 2007 en Budapest con 20 prostitutas para premiar a sus agentes por los buenos resultados de la empresa.”

No hace falta que nadie lo cuente ni le ponga adjetivos. Es la noticia sin filtro. Sol está abarrotado. Esa es la noticia, la buena noticia. Es la primera vez que estoy llorando en casa. Espero recomponerme cuando la alemana salga de la ducha. No quiero asustarla.